Su Presencia en nosotros y entre nosotros, Su pueblo, son sinónimos de libertad y poder.
“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2Cor. 3: 17).
“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch. 4: 31).
“y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu Presencia no ha de ir conmigo no nos saque de aquí”
(Ex. 33: 14 – 15).
Presencia a nivel personal: somos morada de Dios…(1Cor. 3: 16).
· La iglesia está experimentando un nuevo tiempo, donde en la pugna entre la búsqueda del Espíritu y los planes humanos, está predominando la del Espíritu, Su Presencia, la que nos da descanso y seguridad.
· Algo sustancial que hemos aprendido en nuestras meditaciones diarias en el cuerpo pastoral, es la diferencia entre la dimensión espiritual y la humana. La primera, por su naturaleza espiritual, son Batallas que se ganan y se verifican en las regiones celestes, en esferas invisibles a la percepción humana, pero con repercusiones tangibles en el mundo visible. Si en ese plano es ganada la batalla, la Mano del Todopoderoso hace variar sustancialmente las circunstancias a favor de los que se mueven en la dimensión espiritual. La segunda, se da en el plano físico y sus efectos son naturales, a las cuales estamos sujetos todos los seres humanos. Existiendo una marcada diferencia entre ambas, sólo el Espíritu Santo puede darnos la percepción correcta, para así pelear con las armas adecuadas y obtener la victoria.
· Nuestros ojos físicos pueden ver una realidad e impulsarnos a actuar en consecuencia de lo percibido. Sin embargo, el que se mueve en la dimensión espiritual ve y percibe con lo que es determinado en las esferas celestiales. Esta verdad lo vemos cuando Eliseo y Giezi estaban sitiados por el enemigo. El criado de Eliseo vio un ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros; entonces exclamó: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? “Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo (por su criado), y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carro alrededor de Eliseo” (2Reyes 6: 15 – 17).
· Los ojos del criado vieron la realidad. En cambio, los de Eliseo vieron con los ojos del Espíritu, las que hacía que fueran visualizada el gran ejército celestial que defiende a los hijos de Dios. Por eso, “Él le dijo: No tengas Miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”.
En el lugar denominado Las Piedras, Compañía de Itá, lugar de mi primer campo de trabajo, donde estaba realizando un bautismo, una turba alcoholizada, encabezada por un fornido hombre armado con un machete me cerraron el camino; y según me enteré después, aseguraba que si pasaba por allí me partiría la cabeza en dos, y como no existía otro camino por donde pasar, caminé hacia ellos. Aunque temeroso, por mi naturaleza humana, pero fortalecido en el hombre interior por el Espíritu. Cuando llegué junto al sujeto, el hombre del machete, comenzó a temblar y a cambiar de color. Estaba su rostro tan amarillento que parecía la de algún enfermo de ictericia. No sé si vio a algún gigante que me acompañaba – nunca lo sabré - , pero el hombre realmente estaba asustado frente a un joven que sólo contaba como arma una Biblia. Intenté pasarle la mano, pero él no supo qué hacer. Así salí caminando en medio de la multitud, las que en forma estruendosa hacían oír carcajadas burlescas, dirigidas al que había asegurado que me partiría la cabeza en dos. Se hizo evidente lo que dice en el Salmo 34: 7: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”.
· El rumbo actual de la iglesia apunta a la búsqueda de la dimensión del Espíritu. Pablo dice: (1Cor.2: 12-13) “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1Cor. 2: 12 – 13). O sea, acomodando las cosas espirituales en su verdadera dimensión; cada área debe ocupar su debida dimensión.
Nos confrontamos con dos líneas diferentes de sabiduría, capacidades y armas que apuntan a direcciones diferentes, las que necesitamos discernirlas con la sabiduría del Espíritu, para que en nuestro andar y actuar en el campo de batalla sepamos tenerlas a cada uno en su lugar preciso, y a así saber que estamos apuntando a la dirección correcta, usando las armas precisas para vencer al enemigo. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2Cor. 10: 4 – 5).
El siguiente cuadro comparativo nos ayudará a dilucidar algunas de las diferencias más significativas entre estas dos dimensiones:
DIMENSIÓN EN EL ESPÍRITU 2Cor. 3: 17 – Presencia de Dios en donde existe libertad verdadera. 2Cor. 3: 18 – Relación y transformación a la semejanza de Cristo Rom. 14: 17- Predominio de la justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Ex. 13: 22 – Presencia, guía, iluminación y Compañía permanente en toda jornada. Rom. 9: 1 – Testimonio del Espíritu a nuestra conciencia y corazón. | DIMENSIÓN HUMANA 2Cor. 4: 2 – Lo oculto y vergonzoso, astucia y adulteración de lo espiritual. 2Cor. 3: 13-14- Velo y entendimiento espiritual embotado. Job 3: 25,26 – Predominio del temor, turbación, dolor y espanto. Dt.28: 15- 29 –Opresión, ceguera y desamparo de Dios. Rom. 9:2 – Tristeza y continuo dolor emocional. |
ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS QUE ILUSTRAN NUESTRA MARCHA HOY.
· (Ex. 13: 17 – 22 y 1Cor. 10: 1 – 11). Hay un paralelismo, una admirable similitud entre la marcha del pueblo de Israel de la esclavitud a la libertad y de las jornadas experimentadas hasta la posesión de la tierra prometida, con la marcha actual de la iglesia de Jesucristo. La manera sobrenatural de cómo rescató, guió y rompió sus coyundas del yugo, para andar con el rostro erguido y nunca más ser esclavos (Lev. 26: 11 – 13). Así nos rescató Jesucristo de las garras del pecado y la muerte. El apóstol nos exhorta en Gálatas 5: 1, a permanecer firmes, de no movernos de nuestra posición de libertad.
· Los propósitos de la liberación eran: Establecer el culto verdadero al Dios único. Ser luz a las demás naciones a través de la implementación de La Palabra y el servicio a Jehová, extensiva al prójimo. Y, en el cumplimiento del tiempo, el nacimiento del Salvador.
· La meta: Llegar a la Tierra Prometida y establecer el Reino de Dios. Donde Él debía reinar, gobernar con Su poder, para el establecimiento de Su voluntad, para el cumplimiento de Sus propósitos eterno. En el Nuevo Pacto, la Iglesia debe apuntar a lo mismo. Donde Jesucristo es el Rey y Señor, reinando y gobernando cada corazón, y así, a través de los que están en Él, ser sus testigos hasta lo último de la tierra, hasta que Él venga por segunda vez, para establecer su reinado en la tierra, y gobernar con los santos. “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1: 8).
· (EX. 40: 36 – 38; Num. 9: 15 – 23)- ¿Qué impulsan nuestros movimientos? Los pasos que damos, las decisiones que tomamos, las motivaciones que nos mueven, determinarán en forma categórica nuestro fracaso o victoria, sean estas como iglesia, o a nivel personal. Tenemos que aprender a percibir, discernir cuándo proviene de la obra humana y cuándo es la intervención del Espíritu. Nosotros hemos experimentado esto: Nada que aquí, en nuestra congregación hemos hecho en la voluntad humana prosperó. ni prevaleció. Esto llegamos a entender cuando tenemos ejercitado nuestros sentidos espirituales. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1Cor. 2: 14).
· Lo que hacemos en la voluntad, fuerza e inteligencia humana nos lleva al cansancio, agotamiento y fracaso. En el Reino de Dios, las batallas se ganan en esferas espirituales y con hombres espirituales. Y la gloria se atribuye sólo al Rey de reyes y Señor de señores. “Para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1Cor. 1: 5).
TRES PUNTOS SOBRE LOS CUALES NO DEBEMOS MOVERNOS
1- Por la mentalidad de esclavos (Hch. 7: 38, 39). “… Moisés recibió palabras de vida para darnos… No quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto” Esteban se estaba refiriendo a los que físicamente ya eran libres, pero en sus corazones volvieron a la esclavitud. Todavía no se habían despojado de la mentalidad de esclavos, resaltando sus características de murmuración, queja, y determinaciones fatalistas ante las situaciones adversas (Ex.14: 15; 15: 24; 17: 1 – 7). Después de haber visto tantas maravillas, todavía se preguntaban: “¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?” En Romanos 8: 15, dice: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Esta seguridad que nos da nuestro Padre es la que nos certifica nuestra posición de hijo, y nos libera de la mentalidad de esclavo; y todo lo que hacemos prevalece.
2- Por ansiedad e impaciencia (Ex. 24: 15 – 18) Moisés pasó en presencia de Dios cuarenta días y cuarenta noches, (Ver hasta Cap. 31: 18), donde le mostró el diseño del tabernáculo, el arca y le dio las tablas de la ley, escritas con Su Dedo (Ex. 31:18).Sin embargo, leemos en todo el Cap. 32: la actitud de los que nunca aprendieron a vivir en la libertad del Espíritu, estos hicieron prevalecer su ansiedad con las consecuencias devastadoras, las que derivaron en Idolatría, orgía y mortandad (32:.28), provocando la ira de Moisés, quien rompió las Tablas escritas con el Dedo de Dios (32.:19). No obstante, intercedió por el pueblo rebelde (34: 8 – 9). Dios perdonó. Pero este desenfrenado hecho motivó la ira divina y concluyó en retroceso, con el agravante de volver a comenzar todo de nuevo. Hizo que Moisés pasara otros cuarenta días y cuarenta noches; (Ex. 34: 27 – 28); Alisara otras dos tablas para escribir de nuevo las palabras del pacto (34: 1); El pueblo hiciera otro pacto (34: 5 – 10); Y la misericordia de Dios hiciera otra promesa “Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo” (Hx. 34: 10).
Sólo el amor y la misericordia de Dios por Su pueblo se puede entender, que, aunque hayamos fracasado, con la gracia de Su perdón podamos comenzar de nuevo, a pesar nuestra infidelidad. Además prometernos que volverá a hacer maravillas con nosotros. “Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo”. (2Tim. 2: 13).
3- Por impulsos, sentimientos compulsivos, pasión y apremio (Num. 14: 37 – 45). El pueblo, luego de apostar por la derrota en Cades Barnea, surgió de entre los que tenían el espíritu de esclavo un sentimiento colectivo de la rectificación y el empecinamiento tardío de pelear por la conquista: “Vamos a subir al lugar del cual ha hablado Jehová”, determinaron. Pero el Arca y la Nube , y Moisés, no salieron con ellos, habían quedado en el campamento (v.44). Resultado: Derrota, vergüenza, persecución y dispersión.
¡Cuántas veces, a pesar de no percibir aunque sea ínfimamente la dirección de Dios y el apoyo de sus siervos, uno se obstina movido por los apremios, impulsos y sentimientos tardíos de rectificación. Casos cuando son inexorables la derrota, con sus consecuencias devastadoras. Sólo un arrepentimiento sincero puede rectificar la situación, “porque al corazón contrito y humillado no lo despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51: 17).
*(Num. 14. 20 – 23). Estas personas que no aprendieron a oír la voz de Dios, ni confiaron en Su Poder no calificaron para llegar a la meta. Sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. En la agenda del Soberano no tiene cabida los afectados por el doblado ánimo. Pero Dios no te llamó a ti para quedar tendido en el desierto, ni para vegetar con el montón, sino para que Su propósito sea el tuyo y Su meta sea tu meta, y tu marcha es para ir de victoria en victoria.
ESPÍRITU DERROTISTA Y ESPÍRITU DE CONQUISTA
La palabra derrotista es definida así: “Es la tendencia de propagar desaliento en el propio país con noticias o ideas pesimistas acerca del resultado de una guerra, o acerca de cualquier otra empresa” (Real Academia española).
*(Num. 14: 24)- “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí…”, fue el calificativo que recibió este aguerrido siervo, en Cades Barnea, lugar en donde los demás claudicaron, él recibió la aprobación y los halagos de Dios. Existe un Cades Barnea para cada uno de nosotros. Nosotros decidimos: Si vamos en pos de Él, o nos dejamos consumir por el espíritu derrotista.
*(Jos. 14: 6 – 15).Caleb, cuarenta y cinco años después de Cades Barnea, conservaba su espíritu de conquista. “Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová…”. Este siervo no se sentía amedrentado por lo gigantes, ni debilitado por su avanzada edad, sino su fuerza residía en: “Jehová estará conmigo”.
Con sus ochenta y cinco años a cuestas, Caleb podía decir: “Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar” (Jos. 14: 11). Hebrón era una ciudad fortificada, habitada por gigantes, los hijos de Anac. El lo conquistó y recibió como heredad (Juec. 1: 20), porque en él había otro espíritu. Otro espíritu, que se sostiene como viendo al Invisible. Ese espíritu que ni siquiera considera la realidad, sino que se mueve en la dimensión del Espíritu y fija sus ojos en el Trono de la Gracia, de donde viene el oportuno socorro.
*Debemos aprender a caminar en la dimensión de la libertad en el Espíritu con la libertad con que Cristo nos hizo libres, caminando en Su Presencia, guiado por la Nube de gloria y alumbrado en nuestro entendimiento con el fuego del Espíritu, despojándonos de nuestros impulsos, de la mentalidad de esclavos y del espíritu derrotista. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2Tim. 1: 7).
Leonardo Alderete Embajada Cristiana del Paraguay
7 de junio de 2009