lunes, 28 de febrero de 2011

BUSCAR, LLAMAR Y HALLAR A DIOS


Existe una Palabra, una invitación divina que siempre está vigente: “Buscad al Señor  mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”.

Si en tu corazón hay una disposición sincera de buscar a Dios, por seguro que le encontrarás, porque Su Espíritu Santo es quien puso ese sentir en tu interior. Dios está mucho más interesado de encontrarse contigo de lo que tú estás.  Además, Él te reitera: “Ahora es el momento oportuno: ¡Busquen a Dios! ¡Llámenlo ahora que está cerca! Arrepiéntanse, porque Dios está siempre dispuesto a perdonar; Él tiene compasión de ustedes. Que cambien los malvados su manera de pensar, y que dejen su mala conducta” (Libro de Isaías, 55: 6 – 7-NVI).

Esta es la disposición para contigo de nuestro Dios, cuya esencia es amor: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Si te embarga la insatisfacción, no obstante tienes sed de lo verdadero; nunca serás defraudado si te acercas a La Fuente. La Biblia dice: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Libro de S. Juan, 7: 37 – 38).

Muchos no han tenido éxito en esta búsqueda porque apuntaron la mira en fuentes equivocadas. Buscaron en religiones huecas que no dan la respuesta; en corrientes que se han puesto de moda, pero que resultaron ser aguas turbias; en hombres dotados de carisma, pero vacíos de Dios. Y lo peor, en brujos y hechiceros, quienes hoy se autodenominan mentalistas, que hasta se disfrazan de “siervos de Dios”. ¿“Por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no satisface”?. La Biblia Nos advierte: “Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la  tormenta”, según el apóstol Pedro. (2Pedro 2:17). ¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed!, es la invitación divina. Sólo hay una Fuente de Agua de Vida: Jesús. “Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno, y se deleitarán con manjares deliciosos. Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán”, (Isaías 55:2-3NVI), es la invitación divina para el que quiera saciar su alma.

El plan divino proveyó un tiempo, una oportunidad, una visitación especial para cada uno. Recuerda lo que afirma La Biblia: Debemos buscar a Dios mientras pueda ser hallado; así como hay un tiempo oportuno, Jesús habla de la oportunidad perdida, según lo sentenció Él: “Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir” (S. Juan 7:34). “Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón” (Hebreos 4:7), nos exhorta Su Palabra. La indiferencia del pueblo judío, hizo que Jesús les advirtiera: “Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti…, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (S. Lucas 19: 44).

“porque dice:
En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2Corintios 6: 2-3).

Hoy se proclaman  innumerables ofertas atrayentes y baratas, como si fuesen “evangelio”: “Cómo prosperar; cómo proyectarse a un futuro exitoso; cómo obtener unción; cómo liberarse de maldiciones generacionales, a través del toque de un ungido, o por la compra de un objeto bendecido; cómo sanar nuestra tierra”. Y, podemos seguir enumerando los “cómos…”, que se ofrecen como fórmulas mágicas y que distraen aun a los llamados cristianos.

Mi amado hermano, lo importante es que tú halles a Dios y Él te encuentre a ti, para establecer contigo una relación personal, y así encontrar Su propósito para tu vida. En esto consiste el Buscar, Llamar y Hallar a Dios.




viernes, 25 de febrero de 2011

EL CAMBIO QUE NO DEFRAUDA

 
El cambio es la palabra que más resalta en nuestro  tiempo, más aun cuando entramos en tiempo de elecciones. Se observan en embadurnadas murallas, puentes, columnas… leyendas como: “El cambio ha comenzado”; “Vamos a cambiar juntos nuestra ciudad” y decenas de frases similares. Las mismas denotan que algo anda mal en nuestra sociedad, que categóricamente no podemos seguir el mismo estilo de vida, acompañando, consintiendo la descomposición social, manifestada en robos disfrazados como obras de bien; en la violencia e inseguridad que han ganado nuestras calles, hogares y lugares públicos, obligándonos a precauciones constantes y desconfianzas extremas.
 Sumándose a todo esto el estado de nuestras calles, adornadas con riesgosos baches y nauseabundos desperdicios, que con el tropel de mendigos y niños harapientos que nos acosan en cada semáforo, forman un matiz lamentable; tanto, que ya se han ganado su espacio e incorporado como obligatorio integrante de nuestra cultura.
 De ahí provienen las múltiples ofertas de cambios con las que somos incentivadas, y usadas como un gancho  de captación de nuestros votos. Lástima que sólo de eso se trata: Captar votos, ya que la experiencia repetida a través de años, es lo que se ha evidenciado como una rutina en nuestro medio. Vez tras vez hemos quedado defraudados, y hasta nos estamos acostumbrando a definirlos como “promesas de campañas”, admitiendo que la realidad y la verdad es otra cosa que se desarrolla en otro plano. Y, realmente es así:
Escuchemos a la autorizada Palabra de Dios cuando nos advierte de estas vanas ilusiones: “¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. También de allí saldrás con tus manos sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás con ellos” (Jeremías 2: 36 – 37). Egipto y Asiria representan el apoyo y la confianza puesta en el mundo político, la esperanza puesta en el cambio que nunca llegará: Son las vanas esperanzas, volátiles que se diluyen en el limbo de las promesas.
El cambio que no defrauda viene de Arriba y se ha manifestado en la persona de Jesús. Aquél quien nunca en su boca hubo engaño. Él nos da una radiografía de la procedencia de tantos males que nos desengañan: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre” (Mateo 15: 19 – 20). El corazón no regenerado sólo produce engaño y decepción.
 El cambio verdadero debe comenzar en nuestro corazón, cuando Jesucristo toma posesión de él, lo limpia de las contaminaciones arriba mencionadas, lo transforma, limpiándolo con el poder de Su Sangre que derramó en la cruz, para convertirlo en un nuevo corazón: Tiene nuevas inclinaciones, porque llega a estar en consonancia con el corazón de Jesucristo.
 Un profeta describe así dicha experiencia: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36: 26 – 27). Cuando esto ocurre en nosotros, aún el hombre más perverso, es transformado, llegando a ser una nueva criatura.
La metamorfosis, el cambio de corazón, opera el milagro del nacimiento espiritual: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn.3:6), nos afirma Jesús. Entonces, después de haber nacido del Espíritu, podemos ser agentes del verdadero cambio en nuestra sociedad.
 Sólo el hombre nuevo satisfará nuestras anheladas expectativas, el cambio que no defrauda.


miércoles, 23 de febrero de 2011

DE GRACIA RECIBISTEIS, DAD DE GRACIA


Esta palabra dirigió Jesús a los que debían predicar las Buenas Nuevas, que consiste en tender un puente entre los hombres y Dios, sanar enfermos, echar fuera demonios… (Mateo 10: 7 – 8). Cuando estamos en Cristo hemos recibido lo máximo: Salvación, sanidad de espíritu, cuerpo y mente; la gracia de tener una familia que nos da sentido de pertenencia y estabilidad emocional para salir adelante, y tantas bendiciones más. Todo esto hemos recibido de gracia, sin merecerlo. La orden de Jesús es, si recibiste esta dádiva: “De gracia recibisteis, Dad de gracia”.
Antes de dar esta orden Jesús, "al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor" (Mateo 9: 36). Tres situaciones primordiales conmovió el corazón de Jesús: 1-Estaban desamparadas, 2-dispersas, 3- no tenían pastor. Este cuadro patético que contempló el Maestro motivó la reacción de sus discípulos. Ellos, que habían recibido tanta gracia, no podían seguir impasibles, indiferentes ante las necesidades reales de los demás. “De gracia recibisteis, dad de gracia”.
¿Cuál es el cuadro que hoy nosotros contemplamos en nuestra sociedad? ¿Podemos cruzarnos de brazos y permanecer insensibles ante  la orfandad de los que viven sin la cobertura divina? Dispersas, agobiadas y desamparadas. Hay tantos que hoy sufren sin esperanza y están esperando de una mano tendida, de ti, que hasta te jactas de haber recibido tanta  gracia. Estos desamparados y sin pastor están esperando de alguien que le guíe al Pastor que le llevará a los pastos verdes que tú estás disfrutando. “De gracia recibisteis, dad de gracia”.
Nosotros, como congregación, hemos decidido salir de nuestras cuatro paredes, yendo más allá de nuestro ambiente de gozo interno, para llevar a las multitudes las Buenas Nuevas: Proclamando que hay esperanza, perdón de Dios, sanidad para el espíritu y el cuerpo y una Vida Abundante en Jesús. “De gracia recibisteis, dad de gracia”.
Debemos tener siempre presente, que si no estamos obedeciendo la orden de dar, de ir a las multitudes dispersas, no estamos llenando las expectativas de Jesús, Quien vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, y espera de nosotros la misma actitud. “De gracia recibisteis, Dad de gracia”    

lunes, 21 de febrero de 2011

ANDANDO Y ANDANDO, ESPERANDO LLEGAR

 

“No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.  Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 12 –14) NVI.

Estos pasajes nos hablan del andar cristiano, específicamente que cuando iniciamos algo debemos imponernos la necesidad de continuar con constancia, perseverando en el mismo, aunque la meta parezca muy distante. Con la inteligencia de que no siempre las circunstancias nos serán favorables. Entendiendo que los obstáculos forman parte del camino. Estos serán como los eslabones de una larga cadena que amenizarán la vastedad  de nuestro andar, las que harán que nuestros  pasos no se conviertan en una tediosa rutina. “Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta... , nos insta Pablo.

Es penoso observar el andar de no pocos inconstantes. Estos siempre quedan por el camino sin haber concretado nada. Siempre están comenzando. Nada concluyen, porque no se atreven a enfrentar lo que les resulta difícil, o en apariencia imposible. Santiago nos advierte que este tipo de personas nunca recibirá nada. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”, afirma (Santiago 1: 8).

 Cierta vez, un anciano me dijo: “La vida, con sus sinsabores y frustraciones, es cruel y tiene cara de hereje”. No resulta extraño observar que algunos llegan a la vejez vacíos de realizaciones en su haber, cuando sus mermadas fuerzas les postran en la impotencia y se caracterizan por sus sentimientos de frustración y opacados por la amargura. Como un justificativo de la inoperancia que caracteriza a los tales, siempre están culpando a todo el mundo de sus desgracias; y, lo más penoso, se resienten contra aquellos que han alcanzado algún éxito. Así ocurre cuando en ellos se han acentuado hasta el extremo las fuerzas negativas que no fueron superadas. En vez de gozar de una vejez digna por haber cumplido un propósito, deben debatirse, presos de la amargura, en el rumiar de las imposibilidades  de su infeliz pasado, el que le condenó a la triste condición de un fracasado.

Es resaltante la diferencia que vemos en un hombre como Pablo, que, en pos de la obediencia al llamado de Dios, enfrentó de todo: Sufrimientos, persecuciones, cárceles, abandono y obstáculos innumerables. Ya anciano, tal vez  sin fuerzas físicas, pero con la máxima altura espiritual, y con la satisfacción de haber llegado a la meta, exclamó: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4: 7).    

Algo que me enseñó el Altísimo, a través de los largos años que me ha concedido, es: Las dificultades que se  presentan, nunca se deben rehuirlas,  tratar de esquivarlas, sino enfrentarlas con el poder de Su Fuerza, y si fuere posible, comenzando con aquellas que no sentimos ganas de encararlas; porque estos incidentes, aunque sean desagradables y hasta agobiantes, una vez superados, me capacitarán para enfrentar las que a continuación vendrán.  Cuando ya no me queda aliento, tú me muestras el camino. Por la senda que transito” (Salmo 142: 3), es la promesa de nuestro Dios. Cuando esto asumimos como designio de La Mano Guiadora, tendremos más allanado el camino para dar el siguiente paso, sin la aprensión, el temor de empantanarnos en el lodazal de la desidia; de dar marcha atrás; de extraviarnos en las marañas insidiosas de las distracciones; de atajos que aparentan llevarnos por un camino más corto, sin sufrimientos, que nos harán llegar  más rápido, con menor gasto de  energías. Si no esquivamos El Camino, y nos negamos a transitar por la senda  del común de los hombres, avanzaremos en dirección de lo trascendente: la relevancia de Sentir la emocionante dirección de una Mano Invisible, que un Ser Superior está detrás de nuestros  pasos, de cada etapa que nos proponemos superar. “Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas”, exclama David con la convicción de alguien que en su andar se ha evidenciado la mano de Dios. (2 Samuel 22: 30).

Un paso importante en el desarrollo de nuestra personalidad y carácter cristiano, ocurre cuando las dificultades dejan de hacer mella en nuestro espíritu, motivos de quejas y lamentos; en cambio, las vemos como fuentes de virtudes, oportunidades, espacios que se nos abren, las que nos catapultarán a una mayor altura, y que deben ser escaladas peldaño por peldaño. Cuando hemos llegado a marchar de esta manera, resulta menos probable la estrepitosa caída, de la que están expuestas las que han tomado los atajos aceleradores del proceso, porque uno se sostiene por el suministro de la gracia recibida y la experiencia lograda.

 Es esencial  entender que el propósito de nuestro Padre es encaminarnos  a una  constante elevación, que apunta a la perfección. “Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿Cuándo me visitarás? Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón. No me pondré como meta nada en que haya perversidad” (Salmo 101: 2 – 3). En cambio, el propósito del enemigo se orienta a nuestra destrucción, quien detrás de cada dardo lanzado, apunta como primer objetivo a nuestra degradación, para así tener vía libre para su objetivo final: La destrucción total. Sin embargo,  el que diseñó nuestra vida,  Jesús, nos afirma: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10: 10). Es esta vida abundante que Jesús me da la que me sostendrá en el camino. Me dará la victoria; y así, tomado de Su mano, junto con Él puedo avanzar.

Aunque las predicciones apuntan en su mayoría a un nuevo año de crisis en los diferentes ámbitos que nos tocará enfrentar, con Jesús esperamos un año de victoria y de bendiciones renovadas. Con Él seguiremos avanzando esperando llegar a la meta final, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.


viernes, 18 de febrero de 2011

CUANDO LA PALABRA PRODUCE EFECTO Y CUMPLE SU PROPÓSITO

 


“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.  He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.  Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída”-  Isaías 55: 1 – 13

El contexto reinante que motivó esta invitación era La rebelión.

El pueblo estaba apartado de Dios; había sequía espiritual y amenazas de invasión.  “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”. (v. 2)  Había en ellos insatisfacción, porque buscaban en fuentes equivocadas: Gastaban el dinero en lo que no es pan y trabajo en lo que no sacia. Era una búsqueda inútil. Gastaban sus energías PARA NADA

¿A quienes va dirigida esta invitación? A TODOS LOS SEDIENTOS E INSATISFECHOS.

La oferta gratuita de lo más preciado que existe.
 “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (v. 1).

Las aguas representan la fuente de gracia, son las mismas que ofreció Jesús.
Las palabras que Dios usa para hacernos esa oferta son palabras de invitación amorosa: Venid, oídme, inclinad oído, buscad, llamadle, y VUÉLVASE A JEHOVÁ. La invitación apunta al objetivo de armonizar nuestra búsqueda,  pensamientos y caminos con los de DIOS.

La búsqueda, el inclinar el oído debe ser en dirección a LA FUENTE, no a cualquier agua o cualquier  fuente, sino la única que puede saciarnos de verdad.
Los pensamientos  y caminos se acomodaban con la corriente imperante,  condescendiente con el estilo de vida corrupta, egoísta y complaciente.  Por eso no saciaba. Esta distorsión generaba impiedad, relatividad de valores y minimización del pecado

En ese contexto Dios hace una promesa salvadora: “He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado” (v.4 –5): CRISTO.  La profecía no sólo es  para  Israel, sino es extensiva a todos los sedientos, que claman por calmar su sed de lo verdadero.  E  incluye a esta generación vacía, que sigue gastando su dinero en lo que no sacia.

La lluvia representa al Espíritu Santo que acaba la sequía y ablanda la tierra, que es nuestro corazón. Tierra: dureza de corazón roturada por el Espíritu Santo.  Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come” (v. 10).


El proceso de la siembra: Arar, hacer surco, semilla, plantita, lluvia, carpida, desarrollo, floración, lluvia, grano y cosecha. Entonces, luego de la culminación del proceso, se transforma en el alimento que nutre.

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” v. 11. “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos” (Jer. 15: 16).
  El proceso alimentario: Masticar, tragar, digerir, metabolismo, vasos sanguíneos, arterias que conducen los nutrientes a las partes del cuerpo.
Comer, disfrutar, DIGERIR.  La lectura ligera, sin digerir, es sólo un cúmulo  de informaciones sin experimentar, y no nutre. Es como la proclamación de teorías, que no sacian.

El problema no es cognitivo
No consiste en lo que sabemos. (El psicólogo que  muele a palos a su hijo y el médico que muere de cáncer por causa del cigarrillo)

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” v. 11.  “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? (Jer. 23: 29).  Fuego que consume y martillo que quebranta, y remueve.  “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Is. 66: 2).
 El humilde  tiembla ante Su Palabra. No se trata de lo que decimos lo que tiene valor (retórica vacía), sino de dónde procede el alimento que nutre nuestra vida y asimilado por nuestro corazón.

La  Palabra debe MORAR en nosotros. “ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis”  (Jn.5: 38) “Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros” (Juan 8: 37).  Esto nos habla  de los que conocían  La Palabra pero la misma no moraba en ellos, no tenía cabida. Necesitamos ver La Palabra desde la perspectiva de Dios. Y no  desde nuestras ambiciones egoístas, centrados en nosotros y gustos personales.

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” v. 11. La Palabra cumple su misión en nosotros cuando,  en concordancia para el cual ha sido enviada, produce el efecto deseado por el Creador.

Es entonces cuando produce alegría, paz, y aprobación de Dios. Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso” (v. 12).

La maldición derogada
La zarza y la ortiga son dos malezas que son el resultado de la maldición. En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída” (v. 13).  Los frutos de transformación son eternos, sostenidos, y nunca serán raídos. Están arraigados en nosotros, tienen raíces fuertes, y son la evidencia de la obra divina en nosotros: El cambio en nuestras vidas.  Así es cuando La PALABRA produce Su fruto y cumple Su propósito.

El clamor actual
La invitación hoy sigue vigente: Todos los sedientos, venid, oídme, inclinad vuestro oído, buscad, llamadle. Vuélvase al Señor. Ahí está la gracia, la misericordia y la fuente de vida. Es lo que dijo Jesús: “El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva” (Jn. 7: 38).




martes, 15 de febrero de 2011

SOÑAR LOS SUEÑOS DE DIOS


“Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres” (Salmo 126: 1 – 3).

VOLVIENDO DE LA CAUTIVIDAD – SEREMOS COMO LOS QUE SUEÑAN – NOS PARECÍA ESTAR SOÑANDO

“Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.  Y los que nos habían llevado cautivos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.  ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?”  (Sal. 137: 1 – 4).

El pueblo estaba cautivo por desviarse de los designios de Dios.

·        Colgaron sus arpas sobre los sauces, impotentes, sin aliento.
·        Sin embargo, cumplido los 70 años, soñaban volver de la cautividad y vivir en libertad. “El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2Cor. 3: 17).
·        Martin Luther King, desde la cárcel, proclamaba: “TENGO UN SUEÑO… Que un hombre sea valorado por lo que es, y no por el color de su piel. Que mis hijos… Que mi madre no sean discriminados por el color de su piel….”
·        Tener sueños en la libertad del Espíritu es tener metas.  El que no sueña no logra nada. Las grandes realizaciones en pro de la raza humana y las conquistas espirituales, tuvieron origen en un sueño.
·        Sueño, en el que persistieron hasta llegar a la meta, con luchas, disciplina, perseverancia,  y por sobre todo,  mucha fe: convicción férrea en el propósito emprendido.

·        Tres dimensiones de sueños

La biblia nos habla de por lo menos tres categorías, o dimensiones de sueños, y se hace necesario identificarlos para que apuntemos al objetivo, a la meta correcta, si vivimos en la libertad del Espíritu.

1.      SUEÑOS ILUSORIOS: SOÑADORES SEGÚN SU CARNE. “No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores” (Judas 8).
Fantasías: La propaganda inductiva te dice: “El mundo es del tamaño de tus sueños”.
·        Una Señorita sueña casarse con un príncipe y vivir en un palacio de ensueños.
·        Sueño con ganar la lotería, para realizar todos mis sueños – lo que siempre quise.
·        Sueño pasearme en un Rolls Royce descapotado por las calles de París.
·        Sueño tener un BMW, porque el MERCEDES ES DE LOS NUEVOS RICOS.

2.     SUEÑOS LEGÍTIMOS. “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.  Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.  Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”  (Ex. 19: 5, 6); “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1Ped. 2: 9);  “…no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1Ped. 3: 9).
Soy hijo, heredero de bendición, especial tesoro… con derecho a soñar lo mejor.

Observé la calcomanía de un vehículo, que decía: “Yo no soy el dueño del mundo, pero soy el hijo del Dueño”.

·        Tengo derecho a soñar con un futuro de realizaciones trascendentes.
·        Soñar con una casa propia, llegar a concretar una carrera universitaria, a casarme con uno/a que me tenga como una princesa, mujer virtuosa, llegar a tener hijos que serán y tendrán lo mejor.
Sin embargo nuestros sueños no tienen que llevarnos al punto de centrarnos en nosotros mismos, de enredarnos, de tal modo, y anular los sueños de Dios.

3.     LOS SUEÑOS DE DIOS PARA NOSOTROS
Así como un padre tiene sueños para con sus hijos, Dios desde el día cuando naciste de nuevo, tiene sueños para contigo. EL sueña desarrollar Su relación contigo, de modo que Su propósito en este mundo se lleve a cabo por medio de ti.
El sueña que llegues a una madurez en que voluntariamente, cuando llegas a conocer a Jesús en la dimensión más profunda, y VOLUNTARIAMENTE ESCOGES PONER TUS SUEÑOS A SUS PIES, como María (Luc. 10: 42), nos describe esto:

“María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”

“Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza” (Mar. 14:3).

No porque no tengas sueños, sino como esta mujer, ESCOGES, lo que no siempre será bien interpretado. Tal vez se piense que es una locura, derroche inútil, un desperdicio…

Poner a los pies de Jesús lo más preciado que tenemos, lo máximo de lo que somos, es entrar en la dimensión de soñar los sueños de Dios.










jueves, 10 de febrero de 2011

LA ARMONÍA FACTOR DE UNCIÓN, GRACIA Y VIDA PERMANENTE


"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envia Jehová bendición, y vida eterna."
(Salmo 133: 1 – 3)

LA DELICIA DEL AMBIENTE: Donde da gusto estar. Me siento cómodo. Me atrae y me atrapa. No veo la hora de estar ahí y abrazar a mis hermanos

DICHO AMBIENTE ES FRUTO DE LA ARMONÍA: El pasaje habla de juntos y en armonía. Existen muchos ámbitos donde podemos estar juntos (Club, trabajo, familia...) lo que precisamente no significa estar en armonía. Somos diferentes en posición social, capacidad intelectual, económica y hasta en el entendimiento de las cosas de Dios, pero es posible estar juntos y en  armonía

¿CUÁL ES EL FACTOR COMÚN QUE NOS UNE PARA ESTAR EN ARMONÍA?
1-     Cristo en nosotros -   "...para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado." Juan 17: 21 – 23. Yo en ellos... En Mí, en Ti y en ellos. Esto produce la armonía, el ambiente para que el mundo crea. Sin Cristo no puede haber verdadera armonía, y mucho menos unidad.

2-     En Cristo tenemos armonía y paz con Dios y con los demás porque en Él estamos  arraigados y cimentados en amor. "...para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios." (Ef. 3: 17 – 19)

3-    En Cristo tenemos armonía con nosotros mismos. Yo sé quién soy, dónde estoy, a dónde voy y quién es mi hermano. Desde esa perspectiva puedo ver y valorar a mi hermano como una joya preciosa, de inestimable valor.  Así es posible la armonía. Recuerda: sin Cristo no hay armonía.

LAS FUENTES DE BENDICIÓN, UNCIÓN Y VIDA PERMANENTE

1-    Es como el buen óleo sobre la cabeza, que es centro de poder, sabiduría, que necesita ser cubierta por la unción. (Ex. 30: 23 – 30)

2-    SI LA CABEZA DE LA CABEZA NO ESTÁ DONDE DEBE ESTAR NO HAY UNCIÓN, BENDICIÓN, ARMONÍA Y MUCHO MENOS VIDA PERMANENTE. Para que gramaticalmente no parezca repetición viciosa o juego de palabras, digamos de otra manera: SI EL CORAZÓN DE LA CABEZA NO ESTÁ DONDE DEBE ESTAR,  NO HAY... “Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová." (Jer. 31: 14).

3-    Cuando el aceite de la unción, que representa al Espíritu Santo, es derramado sobre alguien, Dios muda su corazón, es otra persona. "Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? Aconteció luego, que al volver él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día" 1 Sam. 10: 1, 9 (Saúl). "Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David" (1Sam.16: 13 (David). La unción es factor indispensable.

4-    EL ACEITE DESCIENDE SOBRE LA BARBA: REPRESENTA EN EL HOMBRE, ADEMÁS DE LA VIRILIDAD, LA DIGNIDAD. LA UNCIÓN – LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO NO ANULA NUESTRA PERSONALIDAD, AL CONTRARIO, LA DIGNIFICA, NOS DA IDENTIDAD (SÉ QUIÉN SOY); DA PROPÓSITO (SÉ ADONDE VOY).


5-    BAJA HASTA EL BORDE DE SUS VESTIDURAS: ALCANZA A TODO EL CUERPO. TODO EL PUEBLO DE DIOS DEBE ESTAR  BAJO LA UNCIÓN. "Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros..." (1JN.2: 20, 27).

COMO EL ROCÍO DE HERMÓN: MONTAÑA A 300 KMTS. DE JERUSALEM. 2800 MTS. DE ALTURA. DE DONDE BROTAN TORRENTES DE AGUA, DE DONDE NACEN RÍOS Y LAGOS, COMO EL JORDÁN. INFLUYE SOBRE EL ECOSISTEMA DE TRES PAÍSES: SIRIA, LÍBANO E ISRAEL. LA INFLUENCIA EN EL CLIMA DE LA REGIÓN ES PREPONDERANTE.  EL ROCÍO ES PRODUCIDO POR EL CLIMA GENERADO POR LA INFLUENCIA DEL HERMÓN, ES PRODUCTO DEL AMBIENTE.
REPRESENTA AL CLIMA ESPIRITUAL QUE PROCEDE DE LA FUENTE (HERMÓN). LA FRESCURA ESPIRITUAL DEL ROCÍO QUE REFRESCA LOS CORAZONES.  LA FUENTE ES CRISTO.

6 – ALLÍ ENVÍA JEHOVÁ BENDICIÓN Y VIDA ETERNA: EN ESE AMBIENTE, CLIMA ESPIRITUAL, HAY BENDICIÓN Y VIDA RENOVADA CONSTANTEMENTE.  LA CONNOTACIÓN DE VIDA ETERNA ES: VIDA RENOVADA CONSTANTEMENTE. SIN SEQUÍAS QUE LAS MARCHITEN. LA VIDA ETERNA, QUE ES PARA SALVACIÓN, SE RECIBE POR OÍR Y CREER EN JESUCRISTO, A TRAVÉS DE SU PALABRA. "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Jn.5: 24).
ES IMPORTANTE EL CLIMA ESPIRITUAL EN LA IGLESIA, PARA QUE PUEDA IMPARTIR BENDICIÓN Y VIDA PERMANENTE.

La influencia del buen óleo y el monte Hermón tiene que ver con la armonía. Esa armonía es posible porque Cristo está en ti y está en tu hermano y está en mí, y yo estoy en Cristo.