martes, 28 de diciembre de 2010

DIOS ENTIERRA EL PASADO Y LO REEMPLAZA POR COSA NUEVA

"No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad"  (Isaías 43: 18 – 19).
Cuando hemos experimentado pruebas dolorosas, éstas pugnan por enquistarse en nuestro interior, las que nos pueden envolver en un pesimismo desesperanzador, y luego postrarnos en la esterilidad vegetativa, y así rendirnos a las pretensiones del enemigo, tirando la toalla.
Si por acaso esta es tu situación, acusando los golpes inmisericordes del enemigo, Su Palabra nos tiende la mano, diciéndonos: No te acuerdes más del pasado tenebroso; que no ocupe más tu memoria esas antiguas penurias; Yo voy a hacer cosas nuevas; voy  a abrirte un camino en el desierto que estás atravesando, y ríos de agua vivificante te inundarán en tu soledad, para que de nuevo reverdezcas y fructifiques.
Cuando el renuevo viene de lo Alto, en respuesta a nuestro clamor sincero, resucita la esperanza, y lo que el enemigo pretendió exterminar, revive con mayor fuerza, para que los propósitos dormidos, encomendados por nuestro Padre, sean tornadas en realidad. Como lo expresa nuestro Capitán: “Porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi nombre” (Ap. 3: 8).
Existen tantas variadas distracciones  que tienden a desviar nuestra atención del objetivo trazado por el Maestro, y así dudar de la sencilla, pero poderosa Palabra de Dios, “la fe que ha sido una vez dada a los santos”(Judas 3), Libre de mezclas espurias, porque las novedades religiosas están en el orden del día, como en el ámbito mundano, y martillan con ímpetu avasallador nuestra fe, razón por la cual La Palabra nos exhorta a contender ardientemente por ella. Y la victoria es nuestra, porque ya fue ganada por Cristo en Su batalla en la cruz.
Si estamos dispuestos a olvidar el pasado y creer la promesa de Su Palabra, nos espera un año de bendiciones  y nuevas realizaciones, si lo buscamos en el Trono de la Gracia, de donde vendrá el oportuno socorro y el Renuevo que hace posible el retorno de la Vida.

martes, 21 de diciembre de 2010

RETORNANDO AL ESPÍRITU NAVIDEÑO



Con este breve mensaje envío un saludo navideño a todos los amigos, con el deseo sincero en Cristo, que la bendición y gracia del cielo sobreabunde en la vida de cada uno. ¡Feliz Navidad!

Si pudiéramos sintetizar la significación de la Navidad, se resumiría con  esta breve palabra: Dar. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3: 16). El Dios de amor que da lo más preciado para que el hombre deje de hundirse en la perdición, sino tenga una vida abundante por medio de la reconciliación con Él. “Por amor a nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que nosotros con su pobreza seamos enriquecidos...” afirma el apóstol. “Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad” (2Cor.8: 9; Tito 2:14). Esta dádiva del Padre, manifestado en el nacimiento de Su Hijo Jesucristo es el verdadero espíritu de la Navidad.

Para algunos, la Navidad es una fiesta, donde indispensablemente debe predominar abundantes comidas y finas bebidas, para amenizar el encuentro entre familiares y amigos. Para otros, sólo tiene un sentido comercial. El tiempo propicio  para el repunte de las ventas y las oportunidades para comprar en ofertas. Es doloroso decir, que generalmente estas distorsiones caracterizan al espíritu navideño en un mundo que se ha alejado de Dios.

Si tú estás en Cristo, con el mismo sentir de dar que hubo en nuestro Padre, debes recibir la Navidad  dando lo mejor de tu vida al Dador de la Vida. Dando una palabra de esperanza al quebrantado de corazón. Dando una mano de ayuda al necesitado, sin esperar recibir algo a cambio. Porque es más bienaventurado dar que recibir, nos dice la Biblia.

Para recibir las bendiciones que conlleva la Navidad, es necesario  retornar a su verdadero espíritu: La dádiva del Padre, Quien dio a Su Hijo por amor a nosotros. 

viernes, 17 de diciembre de 2010

VISIÓN, UNCIÓN Y ACCIÓN


LA VISIÓN


La visión es “ver”.  El tener  visión es adelantarse a su tiempo, es tener visión de futuro. Vislumbrar una meta que tiene un comienzo, pero que no se detiene hasta llegar a la cumbre; es seguirla con constancia hasta hacerla realidad.
En Proverbios 29: 18 dice: “Donde no hay visión, el pueblo se extravía...”- N.V.I.  En Reina Valera, “Sin profecía el pueblo se desenfrena”.  Y la Biblia para todos, “Donde no hay un buen gobernante, el pueblo no sabe qué hacer…”  Es decir, marcha al caos Es lo que vemos en Éxodo 32: 25:  “Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos”. La actitud ciega de un líder que acompañó al pueblo en el descontrol de sus impulsos mediáticos; entretanto el conductor Moisés, el que tenía la visión, estaba en la presencia de Dios, recibiendo las indicaciones que delinearían la marcha del pueblo.

Entendemos por esta Palabra la importancia de la visión profética de un líder y la dirección  con visión de futuro, con entendimiento claro de los propósitos de Dios: Dónde y cómo Él quiere llevarnos.
  
La visión orientada por el Espíritu Santo nos encamina a la voluntad de Dios, según Romanos 8: 27. Un aspecto de la visión es  la implementación de los grupos G.O.M.A (Sigla de: Grupo de Oración, Milagros y Asistencia. Puede que se llame Grupo Casero, Célula…), que  apunta a los propósitos de Dios; a la visión organizacional de crecimiento sostenido que Él dio a esta casa. O sea, ganar, consolidar y enviar con capacitación adecuada, según los parámetros divino: Fidelidad e idoneidad.

LA UNCIÓN

Para que desarrollemos la visión, necesitamos la unción del Espíritu Santo. Sin dicha unción cualquier cosa implementada llegaría a ser un método más, frío y mecánico, la que, al no ajustarse a los requisitos divinos, conduce al cansancio, pérdida de tiempo, y a largo plazo, al agotamiento, por no decir al fracaso.

Según los siguientes versículos de la Biblia, 1Jn. 2:20; 2Cor. 1: 21,22, N.V.I. La unción, que al rendirnos a Cristo todos hemos recibido, nos hace conocer la verdad, nos mantiene firmes en esa verdad y es un sello de garantía que el Espíritu pone en nuestro corazón.

 La unción no es un eventual toque emocional. Debe ser algo permanente en nuestra vida: Una posesión, por la presencia del Espíritu que habita en nosotros, según 1 Jn. 2:27, “La unción que de Él recibieron permanece en ustedes…” Es la capacitación divina para llevar a cabo lo que Él nos ha encomendado y tener poder para  contrarrestar las fuerzas de las tinieblas.

La unción produce un cambio en nuestra vida, nos da dones y poder para realizar la obra de Dios. Esto ocurre cuando uno decide someterse a los designios de Dios; El que sabe escrutar Su corazón, como Samuel, David, y por excelencia, Jesús (1Sam. 2: 35; 16: 13; Hch. 10: 38). El sometimiento y la búsqueda de la presencia de Dios debe ser día a día para vivir ungido todos los días. Saúl fue ungido, pero no permaneció en la unción y fue desechado. “Permaneced en mí, y yo en vosotros…”, dice Jesús. (Jn. 15: 4).

LA ACCIÓN

Cuando tenemos visión y somos impulsados por la unción del Espíritu, la acción es una consecuencia natural: El impulso del Espíritu  impone en nuestro interior una necesidad de  actuar, de anunciar las Buenas Nuevas. No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. (1Cor. 9: 16; Hch. 4: 20).

La acción dinamizada por el Espíritu no consiste en  meras actividades, que algunos realizan para aquietar sus mentes hiperactivas; lo que se debe catalogar como simple activismo. La acción de debe ser  sencillamente el obrar de los que oyen la voz de Dios, y las hacen (Mat. 7: 24).  Es el producto de lo que el Espíritu produce en nuestro corazón, quien nos da el sentir de querer cumplir la buena voluntad de Dios, si parafraseamos Filipenses 2: 13. Nótese lo que dice: “Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el hacer, para que se cumpla su buena voluntad…”

Nuestro Padre amoroso está levantando en esta casa, y en donde haya corazones abiertos, hombres y mujeres con visión, las que la movidas por la unción que da el Espíritu Santo, accionan ejecutando la buena voluntad de Dios.
 Con estas premisas, siempre será la voluntad de Dios agradable y perfecta, y dará satisfacción a nuestro corazón. No resultará una carga pesada.

Reunión de líderes, Embajada Cristiana, 20 – 03 – 10.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

BENDICIONES ESPIRITUALES EN CRISTO



Dentro de la bendición espiritual en Cristo, hay diez bendiciones específicas

 Lectura bíblica: Ef. 1: 3 – 14

(V.3).  Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.

1 – EL PADRE NOS ESCOGIÓ EN CRISTO.

(V.4).  Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él,

2 – FUIMOS ADOPTADOS COMO HIJOS SUYOS.

(V.5).  En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,

3 – NOS HIZO ACEPTOS EN EL AMADO.

(V.6).  Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,

4- TENEMOS REDENCIÓN Y PERDÓN POR SU SANGRE.

(V.7).  En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,

5- NOS DIO TODA SABIDURÍA E INTELIGENCIA ESPIRITUAL.

(V.8).  Que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,

6 – PODEMOS CONOCER EL MISTERIO DE SU VOLUNTAD.

(V.9).  Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
(V.10). De reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

7 – SOMOS HEREDEROS SEGÚN DESIGNIO DE SU VOLUNTAD.

(V.11). En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,

8 – ÉL QUIZO QUE SEAMOS PARA ALABANZA DE SU GLORIA.

(V.12).  A fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

9 – RECIBIMOS EL SELLO DEL ESPÍRITU SANTO.

(V.13).  En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

10 – EL SELLO ES LA GARANTÍA DE NUESTRA HERENCIA.

(V.14). Que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

SI ESTAMOS EN CRISTO, ESTAS DIEZ BENDICIONES CITADAS NO REPRESENTAN SÓLO PROMESAS, SINO PERTENECEN A NUESTRA POSESIÓN ACTUAL. LAS PROMESAS DADAS A ABRAHAM CUMPLIDAS EN NOSOTROS.

lunes, 13 de diciembre de 2010

DESARROLLO, CONFORMISMO Y ESTANCAMIENTO

Lectura bíblica: 2 Pedro, 1: 3 – 10.

LA GRACIA QUE NOS ES CONCEDIDA POR SER PARTICIPANTE DE LA NATURALEZA DIVINA (v. 3, 4).

El suministro de la Gracia es la que nos eleva. Y esta nos es concedida a causa de ser participantes de la naturaleza divina, la que significa poseer la vida de Dios como fuente de nuestra conducta. Por medio de ella podemos imitar Su modo de pensar, de obrar y amar, como nos indica Efesios 5: 1: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”.  Dicha virtud se identifica en el andar de los hijos de Dios. Y sólo poseyendo la naturaleza divina es posible el “añadid…” para el desarrollo de nuestra vida espiritual y el desenvolvimiento de nuestro servicio.

Hoy, como nunca, en este tiempo de cambios violentos en todas las cosas, de las que no están exentas las iglesias, resulta imposible siquiera subsistir si quedamos detenidos en el tiempo. El estancamiento, que significa la muerte, es la amenaza más seria que se cierne sobre el rezagado, el reacio a enfrentar los desafíos del presente, el que no  ha desarrollado las virtudes que la gracia divina provee al que procura superarse. Hay algo que la Palabra nos exhorta hacer para no caer jamás en las garras del conformismo y consiguiente estancamiento y muerte: “Procurad hacer…” (2Pedro 1: 10).

En la lectura bíblica hay siete cualidades que el apóstol nos insta añadir a nuestra fe, las sintetizaremos, analizándolas, en tres áreas  específicas:

1 – DESARROLLO DE RELACIÓN CON DIOS.

Pedro da por sentado, en el verso 5, el acto de creer, que es la fe necesaria para recibir salvación, que por cierto es el que da inicio a nuestra relación con Dios. Sin embargo, la connotación de fe de la que el apóstol nos está señalando, es de una actitud que permanece aun ante las circunstancias adversas, por el suministro de la Gracia. Esta calidad, o dimensión de fe es la que da crecimiento - añade - a  nuestra relación con Dios.

 La actitud de fe asumida ante las circunstancias son las que hacen que podamos ir añadiendo las virtudes necesarias para enfrentar los desafíos posteriores. Es por esta vía, aunque a veces difícil de entender, la que nuestra mente se va identificando con la mente de Dios, conocemos como Él piensa, porque Pablo dice que “tenemos la mente de Cristo”.  Si esto se hace realidad en nosotros, entonces dejamos de mortificarnos con estériles luchas internas, luchas originadas en el desconocimiento de los designios de Dios, porque Dios no piensa como el hombre, según Isaías 55: 8.

Al recibir por gracia la naturaleza divina y al asumir con actitud de fe mi condición de hijo, por tener la mente de Cristo, pienso y puedo actuar como Él, y andar como Él anduvo.

De esta misma connotación de fe es la que nos habla en Hebreos 11: 1: “La sustancia de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Todo el capítulo 11 de esta carta nos señala  la actitud de fe de los aprobados por Dios. Los que en las circunstancias más adversas se sostuvieron como si estuvieran viendo al invisible. (Hebreos 11: 27). Estos héroes de la fe no se amilanaron aun ante los más crueles sufrimientos. Al contrario, estas circunstancias entrelazaron en ellos más fuertes lazos de fe y fortalecieron con bases más sólidas la relación con Dios. Las difíciles y amargas situaciones que ellos experimentaron no les resultaron mermas, sino que redituaron como valor agregado a la fe. Salieron fortalecidos y desarrollados.

2 – DESARROLLO DEL CARÁCTER CRISTIANO.

La dimensión de fe comentada anteriormente, conlleva la virtud del dominio propio, la que junto con la paciencia moldean, forman, a veces con golpes, nuestro carácter.  El dominio propio es uno de los frutos del Espíritu, citado por Pablo en Gálatas 5: 23 - N.V.I. Y es un componente indispensable del carácter cristiano: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2Tim. 1: 7). El dominio que uno debe tener de sí mismo es el primer paso. Esto implica, prioritariamente, el dominio de nuestras pasiones y temperamento. Las mismas son cruciales, porque la eficacia o el fracaso de nuestro liderazgo, dependerá de la dosis de dominio propio añadida a la fe. Los dones y talentos sólo  son eficaces cuando son aplicados por personas con dominio propio.

Las virtudes que Pedro nos insta a añadir, no son otra cosa que las virtudes y atributos que Jesús demostró con su andar en este mundo. La aspiración constante de un líder, aunque luzca dotado, brillante y talentoso, debe ser el reflejo y desarrollo de las virtudes por estar unido con Cristo. Porque sólo entonces los dones recibidos por gracia, servirán para glorificar a Dios; si no, puede terminar en una estrepitosa caída. “Porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”  (Lucas 16: 15). El dominio propio hace que yo siga avanzando con las virtudes que Cristo ha añadido a mi vida, y no con mis talentos naturales. “Porque haciendo estas cosas no caeréis jamás”, es la receta del apóstol.

3 – DESARROLLO  INTERRELACIONAL.

El afecto fraternal (Philadelphia) y el amor (Agape) es la culminación del desarrollo de nuestro carácter cristiano, la que se expresa, sin fingidos esfuerzos, en la comunión de los santos. El amor no es opcional; es un mandamiento de Jesús: “Esto os mando: Que os améis unos a otros” (Jn. 15: 17). La práctica del amor verdadero, sólo es posible cuando el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, según Romanos 5: 5 – “Nos fue dado”, es la frase que identifica la procedencia del amor que viene de Dios.

Una antigua canción expresa los siguientes conceptos acerca del amor: “El amor siendo humano, tiene algo de divino. Amar no es un delito, porque hasta Dios amó…”. Dichas expresiones nos dan la pauta de qué y cómo se entiende en el mundo el amor. Apenas lo entiende en su aspecto sentimental, pasional y egoísta. Hay los que confunden el amor con la permisividad. Como aquel padre que “ama tanto” a sus hijos y los cría  sin ninguna restricción; estos piensan que a los niños se deben dejar hacer lo que ellos quieran, sin limitaciones, para no traumarlos. Lastimosamente que, cuando se dan cuenta de cuán equivocado estaban, ya había sido demasiado tarde. Estos desdichados e indefensos jóvenes, desprovistos de herramientas para defenderse, ya se hallaban  atrapados en las garras de las drogas, o en la delincuencia. El amor verdadero, aquel que añade y edifica, incluye como componente indispensable ciencia, conocimiento, discernimiento y sabiduría, según Filipenses 1: 9.

Sólo el amor de Dios puede llegar al extremo de dar, y dar lo más valioso, lo que más ama: Su Hijo. T. E. McCully era el padre de Ed McCully, uno de los cinco jóvenes misioneros muertos por los indios aucas en Ecuador. Una noche, orando de rodillas, dijo: “Señor, déjame vivir lo suficiente para ver salvados a los que dieron muerte a nuestros chicos, y que pueda echar mis brazos alrededor de ellos, y decirles que los amo porque ellos aman a Cristo”. Esto es amor cristiano – cuando uno puede orar por los culpables asesinos de tu hijo – Comentario Bíblico de William MacDonald - . Efectivamente, Dios oyó la oración de este padre porque en su corazón había sido derramado el amor de Dios por el Espíritu Santo: Los asesinos de su hijo, con el correr del tiempo, fueron salvados por Jesucristo y hoy él puede abrazarles como hermanos.

Concluyamos con esta verdad, simple, pero crucial y contundente: Si no añadimos virtudes y desarrollamos, retrocedemos. Yo quiero añadir.






  

viernes, 10 de diciembre de 2010

EXPERIENCIA CON DIOS EN ESCALA ASCENDENTE

“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Jn. 1: 47 – 51)

La experiencia con Dios es el primer requisito para el liderazgo. Se puede afirmar que es condición indispensable, porque es imposible captar, interpretar, ser portavoz de alguien si no le conocemos a fondo. Dicho conocimiento (de Dios) es extensivo a Su Persona, carácter, voluntad, pensamiento, poder... ¿Qué podemos decir, y mucho menos transmitir algo de un desconocido? Las proclamas, por más buenas y sustanciosas que sean, sin haberlas experimentado, llegarán a ser sólo eso: una buena proclama a nivel teórico, sin el efecto transformador que produce la Palabra vivida, digerida, experimentada y aplicada a nuestra propia vida.

 Lo que Jesús quiso enseñar a Natanael apuntaba a algo de mayor trascendencia, de dimensiones más elevadas, que no se limita a una  experiencia inicial con Él. “Cosas mayores que estas verás”, le anticipó. O sea, nuestra experiencia con Él debe ir en escala ascendente, y no estancarnos, conformándonos con las pequeñas experiencias del pasado; que, por supuesto, fueron valiosas para el momento. Sin embargo, Jesús nos afirma: “De aquí adelante veréis el cielo abierto”. Siempre hay un paso de mayor elevación, según la promesa de nuestro Maestro.

Analicemos tres aspectos de cómo llegar a tener experiencias con Dios, y cómo estos tendrán repercusiones en el desarrollo de nuestro liderazgo:

1 – BÚSQUEDA CON CORAZÓN SINCERO
Natanael fue calificado por Jesús como “un verdadero israelita, en quien no hay engaño”, lo cual significaba que era un hombre íntegro, sincero, quien estaba cansado de las proclamas que podrían defraudarle de nuevo, llegando al punto de cerrar su corazón y mente, en prevención a los supuestos “mesías” que proliferaban en su tiempo. “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?. Tal vez había desarrollado un fuerte mecanismo de defensa, razón por el cual objetó en forma tajante el testimonio del hallazgo del Cristo, proclamado por Felipe. Es la percepción del hombre natural, del que todavía no conoce a Cristo. Aunque Natanael era un hombre honesto, que buscaba a Dios, el cielo estaba cerrado para él con cerrojos de bronce, y en su sinceridad expresaba su desconfianza, aunque en ese  momento  se hallaba frente al mismísimo Hijo de Dios.

Nuestro amoroso Padre nunca defraudará al de corazón sincero, quien le busca porque ama lo auténtico, La Verdad,  y desecha el engaño. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Jn. 14: 21), afirma Jesús. En otras palabras, el que ama a Jesús tendrá manifestaciones y experiencias reales con Él. Los cerrojos que cerraban los cielos se rompen, y ve el cielo abierto, desde una perspectiva donde las manifestaciones y las experiencias con Dios son frecuentes y en escalas ascendentes. Es lo que Jesús le prometió a Natanael: “De aquí adelante veréis el cielo abierto”.

2 – LA EXPERIENCIA AFIRMA NUESTRA RELACIÓN Y FE  EN DIOS.
Nadie que haya experimentado la manifestación de Dios en  su vida puede  quedar igual. Las verdades divinas no sólo son para aprenderlas, sino para vivirlas; y, a través de la vivencia, experimentarlas. Natanael, ante la luz de la manifestación de la Omnisciencia y Omnipresencia de Jesús, la que le llevó a expresar: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”, se convirtió en  otra persona: La duda y desconfianza dejaron de dominar su mente, se fueron de él; y lo que proclamaba ahora era algo que echó raíces en su corazón, producto de la vivencia, algo experimental que impactó su vida y afirmó su fe. Podía decir con certeza: Conozco a Dios. Sé que Él vive. Soy un testigo de su poder.

Lo mismo pasó con el decepcionado y dubitativo Tomás. Ante la afirmación de sus condiscípulos: “Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, no creeré” (Jn. 20: 25). Tomás no era un incrédulo, sino un discípulo vencido por una decepción circunstancial, a causa de lo que él consideraba algo insólito: La muerte de su Maestro. Jesús no lo desechó; sino le buscó y le invitó a poner su dedo en sus manos horadadas por los clavos. Experiencia que abrió los ojos de su entendimiento para entender Quién era Jesús. ¡Señor mío, y Dios mío!, exclamó. Con tal impactante experiencia, Tomás dejó de ser el dubitativo, para llegar a subir a la escale de un testigo fiel. La marca que recibió su vida con dicha experiencia duró para siempre. Fue marcado con el fuego del verdadero amor, que rectifica el rumbo y fortalece la fe debilitada, para que en adelante el servicio reciba el sello de la sanción divina, y por ende, la eficacia.

Citamos la experiencia de Tomás como un cuadro paradigmático. Lo mismo podríamos decir de Pablo, con su experiencia en el camino a Damasco; de Pedro en la pesca milagrosa; de Zaqueo por el cambio radical experimentado por su encuentro con Jesús... Estos ejemplos nos bastan para entender que Necesitamos de experiencias reales que cambien y fortalezcan nuestra fe y relación con Dios, y así ir avanzando en el conocimiento de Él.

3 – LA EXPERIENCIA NOS IMPULSA AL SERVICIO EFICAZ.
El ámbito cristiano está saturado de programas y eventos, consumidores de energías, pero  estériles, donde los frutos son muy escasos, porque muchos de estos son meros espectáculos que sirven de entretenimientos, distracciones que pretenden llenar el vacío de experiencias de las que adolecen los cristianos modernos. Las iglesias actuales corren el peligro de sufrir el síndrome de los espectáculos, de eventos deslumbrantes. Estos nuevos paradigmas de “vida cristiana” sirven para pulsar, medir nuestro grado de madurez, relación con Dios, fe verdadera, motivaciones y entrega al servicio encomendado por Quien nos llamó para que llevemos  fruto, y nuestro fruto permanezca (Jn. 15: 16).

La Palabra de Dios nos advierte: “La tierra fructífera se convierte en estéril, por la maldad de los que la habitan”.(Sal. 107: 34). Significa que la esterilidad es sinónimo de apartarse de Dios, la que generalmente implica que tratamos de acomodar Sus propósitos a nuestras apetencias personales. Aunque la tierra sea fructífera, las actitudes humanas, apartadas del rumbo divino, conducen a la esterilidad.

Al remanente fiel, al que le busca, ama La Verdad, anhela experimentar lo que viene de la Fuente de Vida, del Trono de la Gracia, le corresponde esta promesa de La Palabra: “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová...” (Isaías 54: 1 – 7).

 La promesa del fin de la esterilidad, se proyecta al ensanchamiento del sitio de tu tienda, cortinas y habitaciones, cuerdas y refuerzo de estacas. Es extensiva a tu descendencia, en cuanto a herencia de naciones. Incluye el fin de la confusión, vergüenza y afrenta. El remanente fiel ya no vive arrastrando sobre sus hombros la cosecha de fracasos del pasado, porque “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias”, es Su promesa.

Busquemos lo que viene de Lo Alto, y desechemos las estériles proclamas humanas, porque sólo así nuestra marcha en la conquista de  posiciones en el Reino de Dios irá  en escala ascendente.

jueves, 9 de diciembre de 2010

IDENTIFICADOS CON JESUCRISTO

            A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos (Mt. 10: 32, 33).

EL CRISTIANISMO NOMINAL

Los primeros seguidores de Jesús vivían plenamente identificados con su Señor, de tal modo, que la sociedad de la ciudad de Antioquia les dio por primera vez el nombre de “cristianos” para identificarlos. Por un lado, dicha denominación era un mote despectivo, por la ridiculez de haberse convertido en Seguidores de un crucificado. Sin embargo, otros, al observar la vida de ellos era como si estuvieran viendo al mismo Jesucristo. (Hch. 11: 26).
Hoy, cuando las estadísticas nos informan del número de cristianos en un país o pueblo, no indican ni en lo más mínimo a las personas que se identifican con Jesucristo. No están señalando a personas que en sus prácticas cotidianas se refleja la vida de Jesús. Son apenas cristianos nominales, considerados como tales por razones de identificación ciudadana o discriminaciones culturales; en algunos casos por la simple declaración verbal, sin relación alguna con la convicción espiritual y fidelidad a Jesucristo que determinaron la denominación original de cristianos.  Al contrario, la corrupción imperante, el estilo de vida y la indiferencia a los valores espirituales demuestran que no existen méritos para calificar como seguidores del Divino Maestro.
La vivencia en la actualidad no cuenta. La denominación de cristianos son simplemente estadísticas que identifican números, bloques étnicos y hasta a partidos políticos que se dan en llamarse cristianos. En nuestro país (Paraguay), generalmente, cuando a alguien se le formula la pregunta: ¿Es usted cristiano?, la respuesta más posible sería, ¡claro! ¿O acaso usted cree que soy un animal?

LA IMPLICANCIA DE LA IDENTIFICACIÓN PLENA

            La identificación significa hacer que dos cosas distintas aparezcan y se consideren como una misma, llegar a tener la misma fe, propósitos, deseos y rumbo de vida que otra persona. La identificación se evidencia por el acuerdo mutuo (pacto). Es como lo expresa la Palabra en Hebreos 10: 16, “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”. Es un paso que implica compromiso. El cambio, la transformación del corazón que nos da la nueva vida apunta a ser idéntico en todo a Jesús.
El llamado de Jesús a los que serían sus discípulos era lacónico, es decir, breve, conciso y contundente: “Sígueme”; y la respuesta de los que respondían a dicho llamado nos muestra con claridad lo que implicaba dicha respuesta: “Y dejándolo todo, le siguieron” (Mt.9: 9; Lc.5: 11). En otras palabras, desde ese momento ellos, sin lugar a dudas, entendían que, todo lo que ellos eran y tenían los habían rendido al Señor, a quien habían encontrado y considerado como “la perla de gran precio” (Mt. 13: 46). Todo para ellos en adelante giraría alrededor de la Persona de Jesús, o sea, a partir de ese momento se identificarían plenamente con Él. Es importante entender que la identificación no significa despersonalización, sino la formación de la nueva vida que se va conformando a la de Jesucristo (2 Cor. 3: 18). Es el inicio del proceso de la transformación del corazón, mente, carácter, actitudes y proyecciones futuras.

            Jesús nunca anduvo con medias tintas, medias verdades, ni con medias decisiones.  Siempre dejó en claro el precio: Él, al venir a nuestra vida, absolutamente debe ocupar el primer lugar. En la identificación con Él no existe lugar para los indecisos ni para los intereses divididos. “Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mt. 8: 19 – 21). “Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: “Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14: 25)- N V I.
Lo que Jesús nos dice con claridad es contundentemente determinante:Tú has muerto, y porque estás identificado conmigo, Yo vivo en ti” (Col. 3: 3). La misión de anunciar Su Mensaje al mundo con su contenido liberador y esperanza verdaderos, sólo puede llevarse a cabo con personas identificadas plenamente con Él. Para cambiar las estructuras sociales injustas, valores distorsionados e instituciones que funcionen para el bien del pueblo, se necesita de hombres y mujeres identificados con Jesucristo, Su doctrina y la misión que Él encomendó.

PERSONAS QUE PUDIERON HABER SIDO, PERO NO FUERON

            La Biblia relata de hombres prominentes como Nicodemo (Miembro del Sanedrín judío), como se relata en Juan 19: 38,39, y José de Arimatea (Hombre rico y miembro del Sanedrín), según Marcos15: 43, que tuvieron protagonismos esporádicos y eventuales en la historia, como el haber sepultado y embalsamado el cuerpo de Jesús, que por cierto revestía cierta importancia. Pero cuán diferente función hubieran protagonizado si hubieran vencido el temor de perder la reputación y el privilegio que les otorgaba sus cargos. Pudieron haber sido otro Pablo, o, tal vez, otro Lucas, hombres que se identificaron plenamente con Jesucristo y que hicieron posible que a través de ellos el mundo de entonces sufriera el mayor cambio que experimentó la historia. Las decisiones que tomaron ante el llamado de Jesús hizo la diferencia. Los primeros, quedaron como una anécdota más; Pablo y Lucas revolucionaron el mundo, y hoy siguen influenciando sobre nosotros.




IDENTIFICADOS CON ÉL EN EL SERVICIO

            Cuando el Espíritu Santo alumbra los ojos de nuestro entendimiento y viene la revelación que no nos da carne ni sangre (Entendimiento humano) Su  Verdad se encarna en nosotros, nuestra relación con Dios es diferente, porque ella se convierte en prioridad absoluta; nuestra existencia en este mundo cobra sentido; cada día gozamos de nuevas experiencias, que son enriquecidos por el poder y la sabiduría divina. El servicio no resulta una carga, sino un deleite y motivo de gozo. Salmo. 126: 6 nos describe esto: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. El andar con Jesús deja en nosotros “su sello de calidad”, como lo fue con los primeros discípulos. Hombres sencillos y sin preparación académica, no obstante saturaron con el Evangelio gran parte del mundo habitado, y dejaron maravillados aun a los más encumbrados hombres que ostentaban entonces el poder. …y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hch. 4: 13). Esta era la marca registrada que garantizaba la calidad de estos hombres. Hoy, seguimos con la misma “marca”. Todavía no se ha encontrado un sustituto válido. Nada ni nadie podían amilanar, y mucho menos frenar el ímpetu con el cual desarrollaban el servicio. El denominador común que los caracterizaba era el denuedo (Esfuerzo, valor, intrepidez) con el que lo hacían (Hch. 4: 13; 4: 31). La identificación no puede ser plena si no se traduce en servicio. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10: 45).

lunes, 6 de diciembre de 2010

EL LÍDER FORJADOR DE LÍDERES


De Gat, David se fue a la cueva que está en Adulam. Cuando sus hermanos y familiares lo supieron, fueron a verlo. Ese día también se unieron a David como cuatrocientos hombres. Todos ellos eran tan pobres que no tenían dinero para pagar sus deudas. Además, eran gente que sufría mucho y que ya no quería seguir viviendo así. De modo que David llegó a ser su líder (1 Sam. 22: 1-2).
(Biblia para Todos).

PREPARACIÓN A TRAVÉS DE PRESIONES EXTREMAS

David, aunque ungido por Dios, para que en el tiempo indicado por Él pudiera ejercer su liderazgo en plenitud y con eficacia, tuvo que pasar por innumerables circunstancias de presiones extremas: Sorber el trago amargo de tener que someterse a un líder desechado por Dios, quien además con frecuencia era poseído de un espíritu malo, que se manifestaba a través de insultos y amenazas de muerte lanzadas en contra de él. Soportó la huída humillante al exilio; separación de su entorno familiar y de apreciados amigos. Anduvo errante, acosado constantemente por una persecución injusta y sin sentido; en ocasiones, mendigando un pedazo de pan para apenas mitigar el hambre; hasta llegó al extremo de fingir locura para preservar su vida, cuando las circunstancias le obligaron a habitar en tierra enemiga. Acorralado y sin posible salida, se refugió en las profundidades de la cueva de Adulam, acompañado de cuatrocientos hombres, quienes, según los calificativos del relato bíblico, eran seguros candidatos para discurrir, lo que les restaba de existencia, en la miseria; y, sin duda, destinados a ser fracasados.

De tales desechos humanos David llegó a ser su líder.

EL LÍDER QUE SE FORTALECE EN DIOS A PESAR DE LAS ADVERSIDADES

Es destacable que, a pesar de las constantes vicisitudes e injusticias que tuvo que soportar durante su vida de perseguido, nunca el espíritu de David fue contaminado por el resentimiento, ni su corazón enturbiado por la amargura. El motivo: “Mas David se fortaleció en Jehová su Dios” (1 Sam.30: 6). “Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firmes sobre mis alturas” (2 Sam. 22: 33 – 34). Con la actitud asumida por este hombre de Dios, aquellos días sombríos de sufrimientos le sirvieron como hornaza para templar su alma y como suficiente escuela de donde se graduaría para ejercer con la altura requerida uno de los más destacados de los liderazgos conocido en el Pueblo de Dios.

 La escuela de donde surgieron estos líderes difiere bastante de la forma de preparación actual, especialmente respecto a la dependencia divina, actitudes y experiencias para enfrentar las situaciones de dificultades extremas, y aún así no sucumbir. En tales circunstancias el sentir del corazón de David se expresa con estas palabras: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes” (Sal 127:13). Hay asuntos, especialmente en el liderazgo, cuando se debe lidiar en el campo de batalla, que se requiere mucho más que una preparación académica: Cuando nuestra fe y conocimientos tienen que ser sometidos a las más variadas pruebas de fuego.

EL VERDADERO LÍDER REVIERTE AUN LAS SITUACIONES IMPOSIBLES

Generalmente las cuevas de aquellos lugares sinuosos eran usadas como refugio de delincuentes y guarida de animales. Si bien David y los cuatrocientos hombres entraron a la cueva de Adulam para protegerse del enemigo, sin embargo, porque él se fortaleció en Jehová su Dios, la cueva llegó a funcionar  como un templo de adoración, donde, tímidamente al principio, la búsqueda de Dios se imponía, motivada por la necesidad imperante, porque cundía la desesperanza; urgía la  sanidad de gentes que sufrían lo indecible; de estos, que  por causa de la aflicción, ni siquiera le quedaban aliento para seguir viviendo, porque habían llegado al límite, y les parecía que ya habían pocas razones para  la prolongación de la existencia.

Podemos fácilmente imaginarnos el cuadro patético que exhibía el ambiente: Personas harapientas vociferando amargas quejas por los tratos denigrantes que le habían deparado la vida; expresiones que destilaban la carga de negatividad que anidaban en sus entrañas; otros reprimían su dolor con el silencio que otorga la resignación. El único horizonte que podían avistar no iba más allá de la roca fría donde se perdían sus miradas. Era como estar sepultado en vida, como si la boca de salida de la cueva hubiese sido sellada para siempre, y que la asfixia de aquella presión atmosférica los consumiría inexorablemente. La algidez de la situación no alentaba ninguna esperanza.

De pronto, en medio de ese caos reinante, se escucha una melodía que acalla los gritos lastimeros, y se impone una voz, que con expresiones certeras expresaba lo que estaban experimentando, resaltando en dichas palabras la esperanza vivificadora que transmitía: “Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre…” (Sal. 142: 5 – 7). “Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; Cantaré y trovaré salmos. Despierta, alma mía; despierta salterio y arpa; Me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; Cantaré de ti entre las naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria” (Sal. 57: 1, 2, 7 – 11).

La relevancia de estas canciones de adoración radica, según indican los epígrafes de los citados salmos, en que David los compuso desde la cueva de Adulam (Ver encabezamientos de los Salmos 142 y 57).

El LÍDER VERDADERO FORJA LO VALIOSO CON LO QUE TIENE A MANO

Para la obtención de un producto óptimo se debe contar con la mejor materia prima y con un ambiente favorable para elaborarlo. No se puede dar valor agregado a ningún producto cuando uno dispone mayormente de residuos, chatarras. Con los mismos, lo máximo que se puede lograr sería algo descartable, sin utilidad sostenida ni con probabilidades de éxito. O sea, sin futuro, condenado al fracaso.

 Obviamente, la relevancia de nuestro relato radica en que, David, con la gracia divina, se atrevió a trabajar y moldear la resaca con la que disponía, de lo que todavía quedaba de estos desechos humanos, de los cuales pudo elaborar productos de primera calidad: De los residuos de  piltrafas humanas, quienes desesperados ingresaron con él en la cueva, salieron los que en un futuro próximo vendrían a ser los máximos  líderes en Israel. Hombres valientes, dotados de singular coraje; quienes fueron fundamentales para la estabilización del incipiente Reino de Israel. (2Sam 23: 8, 13; 1Cro. 11: 10 – 47)... El verdadero líder, preponderantemente, es forjador de nuevos líderes, aunque estos no sean calificados como los materiales más adecuados, ni se den las condiciones más propicias para ser desarrollados.

Líderes de dicho temple es lo que requiere nuestra generación, para rescatar de la desesperanza y el sufrimiento a tantos que hoy viven en el pozo de la desesperación, de las que no saldrán a menos que hallen una mano tendida.

EL FORJADOR DE LÍDERES PRIMERO ES FORJADO POR EL MARTILLO EMPUÑADO POR LA MANO DEL CARPINTERO

Resulta significativo que Jesús escogió para sus discípulos a hombres del populacho, rústicos y sin mucha preparación académica (Jn. 7: 48-49). Con estos hombres Él convivió; les transmitió su sabiduría; trabajó por más de tres años para formarlos y después de la llenura del Espíritu Santo por el Padre, encomendarles la prosecución - liderar - la tarea de llevar el Evangelio a toda criatura. Todos sabemos el papel preponderante que desempeñaron, y gracias a ellos el mundo experimentó la revolución más trascendental de la historia. Esto, porque fueron forjados, esculpidos sobre el banco y el martillo moldeador empuñado por la mano del Carpintero de Nazaret.

Ninguno que aspire ascendencia se elevará a la altura de un verdadero líder si no llega a ser forjado por la mano de Jesús y esculpido por los golpes que, con frecuencia, se recibe en el servicio.  Este es el que estará capacitado para ser un verdadero líder y forjador de nuevos líderes.

Leonardo  Alderete                       Reunión de líderes - 20 – 06 – 09.
                                                     Embajada Cristiana del Paraguay.

viernes, 3 de diciembre de 2010

DADLE VOSOTROS DE COMER



Lectura bíblica: Mateo 14: 13 – 16

“Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadle vosotros de comer”

Cuando analizamos el contexto del milagro de la alimentación de los cinco mil hombres, por un lado, en el horizonte se avizoraban nubarrones de persecución. Herodes acababa de decapitar a Juan el Bautista. Los discípulos de éste, luego de enterrarlo, alarmados, dieron la noticia a Jesús, Quien optó por subir a una barca para apartarse con sus discípulos a un lugar desierto. Él entendía que no era prudente agitar, turbar, ni exponer la incipiente fe de sus discípulos, quienes todavía no estaban preparados para enfrentarse a situaciones de extrema peligrosidad. Aún no  había llegado la hora. Lo más prudente era quietud y descanso. Si un cobarde como Herodes mandó matar a Juan para complacer a una adúltera resentida, era probable que se animaría a repetir su macabro hecho con Jesús y sus discípulos, tomando en cuenta que le perseguía la obsesión de que Jesús era Juan que había resucitado (Lc. 9: 7 – 9).

Por otro lado, había una gran multitud hambrienta por oír más las palabras de vida, que en forma certera hacía blanco en sus corazones, que realmente les llenaba. Nunca antes nadie les había hablado así. Dichas palabras cobraban vida al suplir sus necesidades. Una luz de esperanza se irradiaba en estos rostros ásperos, endurecidos por tantas frustraciones, por palabras vacías y promesas incumplidas. Sentían y veían que Dios mismo les hablaba sanando sus corazones, intervenía en sus necesidades y sanaba sus enfermedades físicas. Estaban absortos, prendados,  embriagados. El aliciente que recibían era algo que jamás habían experimentado.  Sus estómagos vacíos, la distancia que les separaba de sus hogares, ni la cercanía de la noche haría posible que se movieran de allí.

 Los discípulos no captaron ni dimensionaron lo que estaba ocurriendo en estas almas. La preocupación de ellos se centraba en lo circunstancial: Cómo alimentar a tantas personas; esto les impulsó a aconsejar al Maestro que los despidan y que vayan a otro lugar a buscar alimento. En el plano natural, en la apreciación humana, entendieron los discípulos que era todo lo que podían hacer. Pero la visión de Jesús se extendía más allá de la comprensión humana. Jesús visualizaba una dimensión diferente: transformar la dificultad en oportunidad para el Reino.

“No tienen necesidad de irse; dadle vosotros de comer” fue la respuesta de Jesús. La minucia de la que disponían, cinco panes y dos peces, en las manos de Jesús era suficiente para suplir las necesidades de tan grande multitud.

 Hoy, lastimosamente, para vergüenza nuestra, a las multitudes hambrientas, heridas y sumidas en la desesperanza “la iglesia les manda a las aldeas para que compren pan”. No tiene la respuesta, y lo más cómodo, ante la impotencia, es deshacerse de ellas, inventando excusas para no movernos de nuestra comodidad. Que la distancia, la noche, la poca disponibilidad, el tiempo... La orden del Maestro fue, y sigue siendo hoy: “No tienen necesidad de irse, dadle vosotros de comer”. Lo normal, como Iglesia de Cristo, es que deberíamos tener la comida que la multitud desconcertada necesita. La respuesta que buscan. “No necesitan ir”, no deberían ir con las manos vacías, porque nosotros,  como siervos de Cristo, hemos recibido la orden y la potestad de suplir sus necesidades.

En Mateo 24: 45 dice: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a su tiempo?  Si te consideras un siervo fiel y prudente; si tienes la convicción de que tu Señor te puso sobre su casa, estás para dar el alimento a su debido tiempo, lo cual significa dar el alimento adecuado en el tiempo adecuado.  Así como es importante la calidad del alimento, lo es en el tiempo adecuado. En el griego la palabra “tiempo” se traduce al español con dos acepciones que denotan significaciones diferentes: “Cronos”, que es la duración de un período de tiempo, indica cantidad. “Kairos”, sin embargo, significa oportuno, de acuerdo con la necesidad y las circunstancias, épocas caracterizadas por ciertas peculiaridades. Indica calidad. Lo opuesto sería “Akairos”, que es fuera de sazón, inoportuno.

No se trata de tirar la comida “al voleo”, a quién llegue y dónde llegue. El siervo fiel y prudente tiene una palabra – comida – para cada situación, contexto y necesidades. Siempre dispone de comida para dar de comer. Tiene la comida adecuada y conoce el tiempo adecuado para alimentar a su debido tiempo.

Igual como en los tiempos de Jesús las multitudes hoy están hambrientas, ávidas de escuchar palabras de vida; de recibir la adecuada respuesta a sus necesidades; de revertir sus frustraciones y desesperanzas. Tú y yo tenemos – debemos tener – lo que ellos necesitan. Grabemos en nuestro corazón y mente lo que Jesús nos manda: Dadle vosotros de comer.


jueves, 2 de diciembre de 2010

EL COMPROMISO PARA LA RESTAURACIÓN INTEGRAL COMIENZA CON LOS LÍDERES

El compromiso es el primer nivel en la escala del servicio 
Somos llamados, un privilegio concedido por El Soberano, para la restauración de todas las cosas y en una manera prioritaria la Casa de Dios. Restaurar es volver a poner algo en el estado que antes tenía; o sea, en su estado original, lo cual sólo es posible a través del entendimiento por el Espíritu Santo de los propósitos divino. Esto es lo prioritario para nosotros como siervo, y en consecuencia, asumir el compromiso que implica la tarea encomendada, aunque ello signifique dación, desprendimiento y hasta sacrificio. El que es llamado por Dios, esta encomienda lo asume con el gozo de un privilegiado.
“Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes” (Nehemías 9: 38). Notemos que fueron los principales líderes (civiles, intelectuales y religiosos) los que tomaron la iniciativa de hacer, poner por escrito y firmar dicho pacto, que consistía en cumplir y hacer cumplir la ley de Dios (10: 29); separarse de las contaminaciones de las corrientes mundanas (10: 30); a ser firme y consecuente con el tiempo que le pertenece a nuestro Dios y que el día de reposo nos fue dado prioritariamente para rendir culto a nuestro Dios y nada ni nadie debe interferirlo (v. 31); de comprometerse al mantenimiento del culto y todo servicio del templo (v.32 – 34; 39). El compromiso implicaba una restauración integral, la que abarca todos los aspectos: Espiritual, moral y material.
A toda restauración integral le precede la restauración de la relación con Dios. Al pacto mencionado le precedió la restauración de La Palabra, la confesión de pecados y la adoración (Nehemías 9: 1 – 3). En dicho acto aun asumieron las iniquidades de sus antepasados, por las cuales habían venido las ruinas que ahora debían restaurar. “Confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres”, dice el verso 2. Ningún pacto o compromiso jamás funcionará si antes no se restaura nuestra relación con Dios en forma plena.
El cambio en las iglesias es posible, como es posible el cambio de nuestra sociedad, revirtiendo las costumbres perversas hacia los valores cristianos. Esto implica un cambio de actitud, paradigmas, enfoques…, y mucho compromiso.
Es posible una restauración integral si los líderes mantenemos una relación correcta con nuestro Dios; hacemos un pacto de compromiso y nos disponemos a llevarlos a cabo con la gracia de Dios y la dirección del Espíritu Santo.