El compromiso es el primer nivel en la escala del servicio
Somos llamados, un privilegio concedido por El Soberano, para la restauración de todas las cosas y en una manera prioritaria la Casa de Dios. Restaurar es volver a poner algo en el estado que antes tenía; o sea, en su estado original, lo cual sólo es posible a través del entendimiento por el Espíritu Santo de los propósitos divino. Esto es lo prioritario para nosotros como siervo, y en consecuencia, asumir el compromiso que implica la tarea encomendada, aunque ello signifique dación, desprendimiento y hasta sacrificio. El que es llamado por Dios, esta encomienda lo asume con el gozo de un privilegiado.
“Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes” (Nehemías 9: 38). Notemos que fueron los principales líderes (civiles, intelectuales y religiosos) los que tomaron la iniciativa de hacer, poner por escrito y firmar dicho pacto, que consistía en cumplir y hacer cumplir la ley de Dios (10: 29); separarse de las contaminaciones de las corrientes mundanas (10: 30); a ser firme y consecuente con el tiempo que le pertenece a nuestro Dios y que el día de reposo nos fue dado prioritariamente para rendir culto a nuestro Dios y nada ni nadie debe interferirlo (v. 31); de comprometerse al mantenimiento del culto y todo servicio del templo (v.32 – 34; 39). El compromiso implicaba una restauración integral, la que abarca todos los aspectos: Espiritual, moral y material.
A toda restauración integral le precede la restauración de la relación con Dios. Al pacto mencionado le precedió la restauración de La Palabra, la confesión de pecados y la adoración (Nehemías 9: 1 – 3). En dicho acto aun asumieron las iniquidades de sus antepasados, por las cuales habían venido las ruinas que ahora debían restaurar. “Confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres”, dice el verso 2. Ningún pacto o compromiso jamás funcionará si antes no se restaura nuestra relación con Dios en forma plena.
El cambio en las iglesias es posible, como es posible el cambio de nuestra sociedad, revirtiendo las costumbres perversas hacia los valores cristianos. Esto implica un cambio de actitud, paradigmas, enfoques…, y mucho compromiso.
Es posible una restauración integral si los líderes mantenemos una relación correcta con nuestro Dios; hacemos un pacto de compromiso y nos disponemos a llevarlos a cabo con la gracia de Dios y la dirección del Espíritu Santo.
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