martes, 16 de noviembre de 2010

LA EVIDENCIA DE HABER CONOCIDO A JESUCRISTO

´´Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará´´ (S. Juan 12: 26).
En el Reino de Dios no existe servicio sin seguimiento a Jesús, ni seguimiento sin servicio, es lo que entendemos por el texto arriba mencionado. Las dos acciones van juntas. Bajo ningún concepto pueden marchar en forma separada: Seguimiento y servicio son sinónimos en el lenguaje divino.
El llamado de Jesús al servicio, sea a Dios o al prójimo, si no está motivado, impulsado por un genuino seguimiento a Él, es apenas filantropía humana, que detrás de la fachada bondadosa, conlleva intereses ocultos, que apunta a su promoción y glorificación personal; actitud que Dios aborrece, porque Él no comparte con nadie Su gloria.
La diferencia de los que siguen a Jesús, con las religiones existentes, consiste en que éstas pretenden aplacar la ira de Dios, purgar sus pecados, ganar su salvación a través de obras meritorias y así merecer el Reino de los Cielos.
 Esta es la creencia más difundida en el mundo, pero la más alejada de los planes divinos, expresado en Su Palabra,  que nos enseña que la justicia de Dios, que todos hemos violado, no puede quedar impune, ni ser satisfecha con dádivas u obras nuestras. Sólo el sacrificio sustitutivo de Cristo en la cruz pagó el precio de nuestros delitos. La que satisfizo plenamente la justicia divina, violada por nosotros, para que por esa obra perfecta, quedemos absuelto de toda culpa y condenación. Es la gracia que se nos concede por la fe en Jesús (Efesios 2: 8).
El servicio a Dios y al prójimo no puede faltar para el que se ha reconciliado con Dios. Las obras son los frutos espontáneos que se manifiestan como evidencias de mi seguimiento a Jesús. Es el árbol malo que ha sido sanado, y en consecuencia sus frutos son sanos (S. Mateo 7: 16 – 20).
Recuerda: No existe servicio sin seguimiento a Jesús, ni seguimiento sin servicio.


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