“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas” (Hebreos 13: 8 – 9).
1. FUNDAMENTO: Antes de abordar cualquier asunto espiritual, debemos considerar en qué y dónde está fundamentado. La Biblia afirma que hay un único, inmutable fundamento, ya puesto, sobre el cual se levanta el edificio de Dios. Nada tiene valor en el Reino de Dios sin este fundamento. Bien puesto, tendrá el valor del oro, o piedra preciosa. Si no, el de paja y hojarasca. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1Corintios 3: 11 – 15). Así como el fundamento es lo más importante, también lo es el material que ponemos - edificamos - sobre el mismo; ambas cosas son de suma importancia.
Inmutable: Es estable y nos da estabilidad “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Heb.6: 17 -20). Cuando nos asimos del consejo inmutable, fondeamos con un ancla segura que afirma nuestra fe y estabiliza nuestra vida; sabemos dónde estamos parados, porque las amarras de nuestra fe están ligadas con lazos eternos: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos”.
2. ADITIVO INSUSTANCIAL: Cuando algo carece de la sustancia necesaria, necesita de un aditivo, agregado suplementario para enriquecerla. El autor de los Hebreos cuando habla de doctrinas extrañas y viandas que no aprovechan, nos previene de los aditivos insustanciales. No ponen nada, sino pretenden quitar, desvalorizar la sustancia, añadiendo: Cristo, mas la ley; Cristo, más las filosofías metafísicas… “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2: 8 – 10), nos asegura que en Cristo estamos completos, y en plenitud. “Ustedes han recibido esa plenitud”, nos dice la NVI.
¿Qué más necesito si tengo la sustancia y plenitud? ¿Cuáles son los aditivos que en la actualidad se ofrecen para un mayor “perfeccionamiento”? Humanismo, la exaltación humana con prescindencia de Dios; diversas manifestaciones extrañas, que más tienden al espiritismo y enajenación pagana; supuestos apóstoles, quienes dicen que no estamos completos sin la impartición, unción y autoridad que ellos se arrogan poseer… “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30). ¿Se necesita de tales aditivos si estoy en Cristo? Es la pregunta que debemos contestar, confrontando La Escritura con las pretensiones que pululan en la actualidad.
3. DÁDIVA QUE AFIRMA: “Bueno es afirmar el corazón en la gracia” ¿qué es la gracia que afirma, fortalece, da estabilidad, rumbo y destino eterno...? Es la plenitud de Jesús, que imparte todo lo que necesitamos y somos: Salvación, sanidad, dones, ministerio, gozo… “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3: 23 – 24); “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom. 5: 1 – 2). El acceso gratuito a la Gracia. Y la entrada por la fe para poseer los beneficios, provisiones de la gracia.
En Colosenses 2: 9, leímos: “Porque en él (Jesucristo) habita corporalmente toda la plenitud de la deidad”. En Juan 1: 14: “vimos su gloria, gloria como el unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” En el verso 16: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”, hemos recibido, según la NVI (Nueva Versión Internacional).
Jesús es la gracia, la plenitud, la dádiva perfecta. Esta dádiva Él no imparte por medida, sino abundantemente, como ríos de agua viva; vida, y vida en abundancia…Todo, porque Su obra en la cruz fue perfecta y la provisión completa “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Heb.10:14, 10). Hizo perfectos para siempre; hecha una vez para siempre. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4: 16).
En este trono de la gracia hay oportuno socorro, provisión completa: Fundamento inmutable y dádiva que afirma.
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