lunes, 30 de mayo de 2011

TRES FORMAS DE ATADURAS Y CÓMO LIBERARNOS DE ELLAS


“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” (Salmo 19:12-13 RV).
"Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta! ¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti” (Sal. 19: 12 – 13 Biblia para todos).
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” (Salmos 19:12-13 NVI)
 TRES FORMAS DE ATADURAS Y CÓMO LIBERARNOS DE ELLAS
ERRORES: Concepto o acción equivocada, desacertada y hasta consentir algo sin intenciones malignas. Entendemos que pueden haber equivocados de buena fe. No sólo en sus acciones, ocurre también en cuanto a la relación con Dios. La pregunta es: ¿Quién está consciente…? Según R. V., es falta de entendimiento. No se da cuenta, según B. p. todos. Es falta de luz  y entendimiento mental y espiritual que estanca; priva  del desarrollo personal y para escalar espiritualmente. “SIEMPRE METO LA PATA. NADA DE LO QUE HAGO ME SALE BIEN…”, exclaman. Debemos  analizar algunas de las causas:
1-El orgullo. La soberbia cierra mi corazón y lo deja sin entendimiento. Alguien dijo que son como los olores del cuerpo. Dejan a uno mal, y molestan a otros, sin que uno se dé cuenta. Estos difícilmente establecen amistades. Cuentan con pocos amigos. Son como los hijos consentidos que llegan a cumplir cincuenta años, sin haber madurado. Creen tener todos los derechos, sin tener responsabilidad. Soberbia desarrollada. Orgullo oculto. Niño grande que todavía cree que todos deben estar a su servicio. Es la luz del Espíritu Santo la que revela y hace exclamar: ¡Perdóname…! Libérame.
2-Pecar a sabiendas. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” ( V. 13). En la ley humana hay atenuantes y agravantes. No es lo mismo el que cometió delito con premeditación, y el que lo cometió por error. Existe diferencia entre el homicidio doloso y el culposo. Si peco deliberadamente, transgredo la ley a sabiendas y me corresponde el juicio condenatorio. La ley es taxativa. No obstante, dice nuestro Dios en Su Palabra: ¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? (Ez. 18: 23, 21). Nadie debe morir espiritualmente por su fracaso. Hay perdón, absolución para el que se arrepiente. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”  (1Jn. 2: 1).
3-No permitas que tales pecados me dominen. Hay una gran diferencia entre el que peca y el que practica el pecado  “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”  (1Jn. 3: 8-9). La práctica es adicción,  dominio, de la que se necesita liberación. “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”  (1Jn. 1: 7), la sangre de Jesús limpia, libera, me libra de culpa y me convierte en una persona íntegra, con poder para dejar las prácticas que ofenden a la santidad del Dios santo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario