“Hablando él estas cosas, muchos creyeron el él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre, así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre” (Juan 8: 30 – 38).
Todo el Cap. 8 de S. Juan habla de Su divinidad, potestad, procedencia, lo que produjo reacciones polémicas en algunos, y positivas en otros.
Sin embargo, “Hablando Él estas cosas” muchos creyeron en Él, aunque todo indicaba que sólo creían en Jesús como a un mesías ajustado a sus pretensiones mediáticas.
LO QUE IMPLICA EL SER VERDADERAMENTE (alethos) DISCÍPULO:
Existe una gran diferencia entre el discípulo nominal y el verdadero; éste cree y practica La Palabra, en cambio, el nominal, tiene una mera creencia, un asentimiento mental, divorciada de la práctica.
- Permanecer en Su Palabra implica un compromiso con Él. Esto se produce cuando el Espíritu Santo sella Su Palabra en nuestros corazones, tiene cabida en el centro de nuestro interior; nuestro espíritu tiene comunión con Su Espíritu; los ojos de nuestro entendimiento son abiertos; es cuando oímos – percibimos - Su voz y por el poder de Su fuerza la ponemos por obra. Va más allá de la mera creencia mental, porque es la obra del Espíritu en nuestro espíritu.
- Conocer la verdad no significa conocer un conjunto de doctrinas, tampoco que nuestro intelecto haya asimilado un cúmulo de verdades, las que apenas giran en el plano de lo relativo, porque no se trata de lo cognitivo, sino de una revelación del Espíritu.
- La Verdad es una Persona: Jesucristo. Conocer la Verdad es haber hecho la paz con Dios por medio de Jesucristo, que se traduce en relacionamiento de amistad, porque mis pecados han sido lavados en la sangre de Jesús. Es una experiencia que afecta todas las áreas de nuestro ser, que se evidencia con un estilo de vida en consonancia con Él. O sea, es un conocimiento experimental que se expresa a través de la vivencia.
Se traduce en liberación. La experiencia de conocer La Verdad nos libera de toda condenación, culpabilidad, odio, resentimiento… La vida tiene fundamento firme en LA PALABRA ; el corazón está seguro porque en él está LA VERDAD ; Siente esa paz que trae la reconciliación con Dios; por haber abierto el corazón a Él, la palabra de Cristo tiene cabida en él. Las secuelas de la esclavitud ha sido reemplazada por el amor de Cristo que habita en ese corazón.
LAS EXCUSAS DE LOS CORAZONES CERRADOS
“Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” (verso 33)
1- Se jactan de algo que por la conducta habían perdido, reclaman ser linaje, herederos de Abraham. Sin embargo, sus actitudes estaban lejos: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra” (Jn 8: 42, 43).
2- El linaje divino no es hereditario. Es por engendro divino. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1: 12, 13). Los que reciben a Jesús, son engendrados y son insertados, por gracia, en le linaje divino (1Pedro 2: 9).
3- “Jamás hemos sido esclavos de nadie”. La fachada del endurecido, descripto en Apoc. 3: 17: “Porque tú dices: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Eran esclavos espirituales y por la ceguera no tenían la capacidad de entender que eran política y socialmente esclavos de otro imperio.
LAS EVIDENCIAS DE SER VERDADERAMENTE (ontos, realmente) DISCÍPULOS Y LIBRES
1- El verdadero discípulo tiene intimidad con Dios. “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos; ¡Abba, Padre! (Rom. 8: 15). El espíritu de adopción recibido echa fuera la esclavitud del temor, por el cual se puede clamar con la libertad de un hijo: ¡Abba Padre!
2- La purificación por la sangre de Jesús da plena certeza y libertad para entrar en el santuario, la presencia de Dios. “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. (Hebreos 10: 19 – 22).
3- El liberado de la cautividad diabólica es libre de los principios que rigen este mundo, del enemigo que gobierna las vidas a voluntad de él. “Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Gal. 4: 3); “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Ef. 2: 1 – 3). “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col. 1: 13); “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2Tim. 2: 25 – 26).
La pregunta hoy, ante la presencia del Espíritu Santo, es para nosotros:
¿Soy verdaderamente discípulo de Cristo? ¿Soy realmente libre de toda opresión del enemigo? ¿Tiene cabida en mí la palabra de Cristo? O en todos los casos encuentro una fachada falsa con que cubrir mi desnudez.
¡Hoy es un día cuando Jesús te confronta para ser verdaderamente libre!