martes, 29 de marzo de 2011

VERDADERAMENTE DISCÍPULOS Y VERDADERAMENTE LIBRES

 

“Hablando él estas cosas, muchos creyeron el él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre, así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre”   (Juan 8: 30 – 38).

Todo el Cap. 8 de S. Juan habla de Su divinidad, potestad, procedencia, lo que produjo reacciones polémicas en algunos, y positivas en otros.
Sin embargo, “Hablando Él estas cosas” muchos creyeron en Él, aunque todo indicaba que sólo creían en Jesús como a un mesías ajustado a sus pretensiones mediáticas.

LO QUE IMPLICA EL SER VERDADERAMENTE (alethos) DISCÍPULO:
Existe una gran diferencia entre el discípulo nominal y el verdadero; éste cree y practica La Palabra, en cambio, el nominal, tiene una mera creencia, un asentimiento mental, divorciada de la práctica.

-      Permanecer en Su Palabra implica un compromiso con Él. Esto se produce cuando el Espíritu Santo sella Su Palabra en nuestros corazones, tiene cabida en el centro de nuestro interior; nuestro espíritu tiene comunión con Su Espíritu; los ojos de nuestro entendimiento son abiertos; es cuando oímos – percibimos - Su voz y por el poder de Su fuerza la ponemos por obra. Va más allá de la mera creencia mental, porque es la obra del Espíritu en nuestro espíritu.

-      Conocer la verdad no significa conocer un conjunto de doctrinas, tampoco que nuestro intelecto haya asimilado un cúmulo de verdades, las que apenas giran en el plano de lo  relativo,  porque no se trata de lo cognitivo, sino de una revelación del Espíritu.

-       La Verdad es una Persona: Jesucristo. Conocer la Verdad es haber hecho la paz con Dios por medio de Jesucristo, que se traduce en relacionamiento  de amistad, porque mis pecados han sido lavados en la sangre de Jesús. Es una experiencia que afecta todas las áreas de nuestro ser, que se evidencia con un estilo de vida en consonancia con Él. O sea, es un conocimiento experimental que se expresa a través de la vivencia.


Se traduce en liberación. La experiencia de conocer La Verdad nos libera de  toda  condenación, culpabilidad, odio, resentimiento… La vida tiene fundamento firme en LA PALABRA; el corazón está seguro porque en él está LA VERDAD; Siente esa paz que trae la reconciliación con Dios; por haber abierto el corazón a Él, la palabra de Cristo tiene cabida en él. Las secuelas de la esclavitud ha sido reemplazada por el amor de Cristo que habita en ese corazón.





LAS EXCUSAS DE LOS CORAZONES CERRADOS

“Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” (verso 33)

1-    Se jactan de algo que por la conducta habían perdido, reclaman ser linaje, herederos de Abraham. Sin embargo, sus actitudes estaban lejos: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra”  (Jn 8: 42, 43).

2-      El linaje divino no es hereditario. Es por engendro divino. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1: 12, 13).  Los que  reciben a Jesús, son engendrados y son insertados, por gracia, en le linaje divino (1Pedro 2: 9).


3-    “Jamás hemos sido esclavos de nadie”. La fachada del endurecido, descripto en Apoc. 3: 17: “Porque tú dices: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Eran esclavos espirituales y por la ceguera no tenían la capacidad de entender que eran política y socialmente esclavos de otro imperio.

LAS EVIDENCIAS DE SER VERDADERAMENTE (ontos, realmente) DISCÍPULOS Y LIBRES

1-    El verdadero discípulo tiene intimidad con Dios. “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos; ¡Abba, Padre! (Rom. 8: 15). El espíritu de adopción recibido echa fuera la esclavitud del temor, por el cual se puede clamar con la libertad de un hijo: ¡Abba Padre!

2-    La purificación por la sangre de Jesús da plena certeza y libertad para entrar en el santuario, la presencia de Dios. “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. (Hebreos 10: 19 – 22).

3-    El liberado de la cautividad diabólica es libre de los principios que rigen este mundo, del enemigo que gobierna las vidas a voluntad de él. “Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Gal. 4: 3); “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Ef. 2: 1 – 3). “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col. 1: 13);  “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2Tim. 2: 25 – 26).

La pregunta hoy, ante la presencia del Espíritu Santo, es para nosotros:
¿Soy verdaderamente discípulo de Cristo? ¿Soy realmente libre de toda opresión del enemigo? ¿Tiene cabida en mí la palabra de Cristo? O en todos los casos encuentro una fachada falsa con que cubrir mi desnudez.

¡Hoy es un día cuando Jesús te confronta para ser verdaderamente libre!

viernes, 25 de marzo de 2011

VÉ, PORQUE YO ESTARÉ CONTIGO

“Y él respondió: Vé, porque yo estaré contigo” (Ex. 3: 12).
Cuánta seguridad nos infunde cuando el Todopoderoso, el Gran YO SOY, nos dice: Anda, realiza tu tarea, PORQUE YO ESTARÉ CONTIGO. Anda, emprende lo que fue tu sueño de toda la vida, o, tal vez un ideal que siempre te fascinó – cambiar nuestro país – y que muchas noches hasta te robó el sueño. Porque es innegable que muchos tenemos sueños e ideales pendientes, postergados por la inseguridad o indecisión.
En Isaías 54: 14, resalta una promesa, que un día será realidad para sus hijos: “Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti”. Su pueblo establecerá la justicia; y los males como la opresión, ataduras, temores e inseguridad, estarán lejos de nuestra morada, ni por asomo podrán acercarse a nosotros.
Vé, porque yo estaré contigo, trae paz interior, seguridad y rumbo: Es saber dónde estás pisando, y a dónde te diriges; si entendemos que Él es el que impulsa nuestros pasos, en Isaías 48: 18, nos dice: “Será tu paz como río”, y en 66: 10 – 14, nos corrobora y amplía esta promesa para Jerusalén, (la iglesia del Señor hoy): “Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella; para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria. Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos”.  Libre de luto…alegría…mamar de los pechos de sus consolaciones hasta saciarnos.
 En su iglesia habrá gozo con el resplandor de Su gloria… paz como río, reverdecimiento, enemigo derrotado y Su poder estará con sus siervos
¿Cómo y en qué manera esto puede ser posible?
Hubo algo que precedió a la promesa: “Vé… estaré contigo…” para que este siervo emprendiera la aventura de libertador y conductor: Tuvo un llamado y un encuentro con el Todopoderoso: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” (Ex.3: 4). A este hecho se puede denominar: un encuentro experimental de Dios y con Dios.
Moisés conocía a Dios por historia y tradición familiar. Sólo entonces, en la soledad del desierto, en medio de la zarza ardiente, ocurrió ese giro trascendental de su existencia. Ya no sería el mismo: Su relación con Dios tuvo un cambio radical, la que repercutió en su capacidad, temple, actitudes, decisiones y rumbo de su vida.
Su nacimiento, niñez, vida palaciega, educación, le dieron una formación idealista. Como hombre educado aborrecía la injusticia, e intentó impartir justicia, pero le faltaba relacionarse con La Justicia. Le turbaba la opresión de sus hermanos, pero sin apoyarse en El Libertador, y sólo logró rechazo e impotencia.
Quiso aliviar la esclavitud de su pueblo con su impulso idealista, sabiduría y fuerza, con el consiguiente resultado negativo: “En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto”  (Ex. 2: 11 – 15); no obstante, Dios sabía cómo prepararle para hacer de él lo que fue: Conocedor de Dios cara a cara, conductor eficaz, legislador, manso…
 En las frías noches, confundido por el futuro incierto y agobiado por la dependencia interminable, de las decisiones de su suegro, soportar incomodidades…, por el lapso de cuarenta años, aprendió lo que el palacio y la universidad no le enseñó: Las virtudes de la paciencia, mansedumbre y templanza se hizo carne en él en ese ámbito hostil (aunque nadie puede negar que su preparación anterior tenía valor, pero relativo).
EL trató con su alma hasta el punto de lograr que muriera el viejo Moisés, y su espíritu estuviera preparado para oír y asimilar en su corazón lo que Él quería hacer por medio del nuevo hombre que había preparado.
El orgullo, rencor, soberbia, auto suficiencia e impulso propio, murió. En Hebreos 11: 24 – 26 nos describe que él escogió otro camino que cambió el rumbo de su vida: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”.
Dios quiere usar nuestra vida como herramienta para ejecutar elevados  propósitos, pero, para ello, previamente necesitamos oír Su voz, conocerle en forma experimental y entrar en Su Universidad. Allí donde muere el orgullo, la soberbia, la autosuficiencia… y todo lo que impida para emprender con nosotros la emocionante aventura de una vida con propósito, para elevarnos a la cumbre de un verdadero liderazgo, como lo hizo con Moisés.
La tendencia muy marcada de nuestro tiempo está caracterizada por un ascenso vertiginoso, sin haber desarrollado un proceso de vida, relación, llamado y dependencia de Dios. La propensión del liderazgo eclesial por levantar a las personas sobre un falso pedestal, es tan dañina como la inoperancia. La madurez no sólo se proclama, sino se desarrolla dentro de un proceso de moldeamiento en las manos del Alfarero.
Hoy nuestro pueblo necesita un cambio radical. Es imperativo borrar la mancha que ostentamos del primer lugar en corrupción; el más bajo en promoción humana; niños utilizados como objetos para proveer los vicios de sus padres; violencia, asaltos; destrucción de valores, que comienza en la familia; indiferencia a las cosas de Dios…
Moisés es figura de Cristo. Él ya nos libertó de la esclavitud; ya nos dio redención y vida. Él conoce nuestra necesidad personal y la de nuestro pueblo, y no permanece indiferente a ninguna de nuestras carencias. Somos nosotros los que necesitamos encajar en el engranaje divino para ser portadores del Mensaje, el que produce el cambio y transmite Vida.
Tú, como hijo de Dios, que gozas de tantas bendiciones y tienes la convicción de conocerle a Él, necesitas escuchar la voz de Su llamado; dar una respuesta adecuada y una disposición de sumisión. ¡Moisés! (Pon tu nombre): Juan, Alberto… “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Paraguay, y he oído su clamor a causa de sus exactores, opresores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos…” (Ex. 3: 7 - 8).
 Si escuchaste Su voz, y respondes con disposición de corazón: Heme aquí, Él te dice: Vé, porque yo estaré contigo…


miércoles, 23 de marzo de 2011

VIDA Y EVIDENCIA DE VIDA



“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (Jn.  15:1).
Cuando él habla de la vid, habla de la vida, de la que es verdadera y abundante, no la mera existencia. Consideremos tres de las muchas acepciones de la palabra vida: 1- BIOO: Pasar la vida, existir. 2- PSUQUE: Vida natural, corazón, mente, aliento de vida. 3- ZOE: Vida En sentido absoluto como la tiene Dios y de la que nos da por medio de estar unido a Jesucristo.
LA VIDA VERDADERA
Jesús, como en otros pasajes de La Escritura, se presenta como la Vid Verdadera: Vida (ZOE). Juan 1:4, dice: En Él estaba la vida. En 14:6: Yo soy… la vida, y en 10:10: Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Parte vital de la Vid es la cepa, como la savia que transmite a las ramas (pámpanos) la vida. Esta es la Vida, que viene de la Cepa (el Padre) y por medio de la Vid (Jesús) nos transmite la vida, la verdadera vida, la que fructifica y puede impartir Vida; que no se trata de mera existencia.
Es de suma importancia considerar que Jesús menciona dos tipos de ramas: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Jn 14:2). Un tipo de rama es la que sale de la cepa, que por medio del tronco principal va a la rama que dará fruto. A esta, Jesús la limpia y poda, para que lleve más fruto.
El segundo tipo de rama es el brote o brotón (chupón), que se adosa al tronco de donde salen ramas viciadas; estas crecen muy rápidamente, con grandes hojas, pero nunca darán frutos. El Padre lo quitará, cortará, secará y se recoge para quemarla.
La expresión de Jesús en el verso 3 es vital: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. Limpio por la Palabra: Recibiste, te uniste a Jesús, y permaneces en Él, como dice el verso 4 y 5, “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Separarse es secarse.
En la permanencia, la Savia de la vida nutre constantemente nuestro ser y recibimos el suministro de la gracia para vivir la vida en abundancia.
LA EVIDENCIA DE LA VIDA
La vida natural se evidencia de diversas maneras: Expresiones, talentos, etc. La vida espiritual, en Cristo, se evidencia por una sola manera: Los frutos. En Mat. 7: 15 – 20, nos describe claramente, y concluye: “Por sus frutos…”. El árbol sanado por la sangre de Cristo evidencia su sanidad por los frutos. Jesús busca frutos, que hablen de que Su Vida está en mí. 
Encontramos un relato llamativo en Mat. 21: 18, 19, cuando Jesús tuvo hambre y halló hojas solamente (apariencias), y la maldijo, y se secó. El quiere ver evidencias. No apariencias. Nosotros fuimos llamados para tener vida unida a ÉL y dar frutos, como dice en Juan 15: 8: “Y muestran así que son mis discípulos” NVI.
El sabio lo describe así: “Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová” (Prv. 8: 34, 35). Escucha, vela, aguarda y halla.
El apóstol Juan nos certifica en forma simple pero clara: El que tiene al Hijo, y el que no tiene al Hijo: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1Jn.5:11,12).
Nosotros fuimos llamados para estar inserto en la Vid verdadera. Para tener Vida verdadera y Vida en abundancia.


lunes, 21 de marzo de 2011

LO QUE DIOS ANHELA DE TI

 
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos” (Prov. 23:26).

La Biblia nos habla desde el Génesis hasta el Apocalipsis, de un Dios que nos ama y desea ser correspondido con nuestro amor, que nos anhela y está interesado en nosotros, más de lo que nosotros podamos estar de Él.
Este amoroso Padre, que nos ama, y desea todo lo mejor para nosotros, nos lanza una súplica: “Dame, hijo mío tu corazón”. Y una advertencia: “Y miren tus ojos por mis caminos”
¿Por qué esta súplica y advertencia? Porque nuestro corazón precisamente no se inclina por los caminos de Dios.
“He aquí, solamente esto he hallado: Que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Ecl. 7: 29).   Porque de dentro del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Mar. 7: 21 – 23).
“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? (Stg.4: 5). Él, porque nos ama, anhela tener comunión con nosotros, sin ninguna interferencia de maldad en nuestro corazón. Él es santo, y para habitar en nosotros, quiere nuestro corazón, para que su latir esté en armonía con Su corazón. Porque sólo los de limpio corazón verán a Dios.
¿Qué anhelamos de la persona a quien amamos? Que ese corazón esté latiendo por mí en el mismo ritmo.
La mujer del ejecutivo millonario se quejaba, porque quería sentirse amada, y estar cerca de su esposo, pero él estaba siempre ocupado. Él le decía: “¿Por qué te quejas, si tienes a tu disposición mi billetera, chequera, llave de auto…?”. Ella le responde: “Yo te quiero a ti, y nada de lo que puedas darme me satisface, sino el sentir y estar segura de tu amor. Tener tiempo contigo y escuchar que me quieres…”
“Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mt.22: 35.40). Un Doctor de la Ley, que conocía mentalmente la ley, formuló la pregunta, para tentarle, y de allí surgió la respuesta suprema, de donde se resume toda  la ley y mandamientos divino.
Volvemos a la súplica del Señor: ¿Para qué quiere Él nuestro corazón?  “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:25-27) Para, con el agua limpia, que representa la sangre de Jesús, limpiar nuestro corazón de toda inmundicia, de todos los ídolos, (Todo lo que ocupa el primer lugar). “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mat. 6: 21). ¿Qué ocupa el primer lugar en mi corazón?
Para dar corazón nuevo y poner nuevo espíritu dentro de nosotros, el corazón duro, de piedra, cerrado e indiferente al amor de Dios, es removido y reemplazado por un corazón sensible, conforme al corazón de Dios. Y lo más significativo y glorioso: Pone dentro de nosotros Su espíritu, para deleitarnos en Su camino, y con el Espíritu, podemos amar a Dios y al prójimo, porque “El amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado(Ro.5:5).
 Con Su Espíritu en nosotros, podemos enamorarnos de Dios. Queremos estar junto a Él, Su Palabra es dulce como la miel. No resulta una carga servirle y hasta sacrificarme por Él, porque yo sé que Él me ama, y yo le amo con todo mi corazón y con toda mi alma, y con toda mi mente.
Con ese corazón nuevo, tampoco resulta una carga difícil amar a mi prójimo.
Moisés, viejo y próximo a dejar esta tierra, juntó al pueblo y cantó la grandeza y maravillas del Señor, y al finalizar dijo: “y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras… manden a sus hijos que anden en ellas… Porque no es cosa vana; es vida y prolongación de días sobre la tierra…” (Dtm. 32: 46 – 47).
Hoy, Jesucristo te pide tu corazón. Él quiere dar a ti, y a tu familia, corazón nuevo, vida, bendiciones y prolongación de días de incomparable gozo.
Él quiere que tu corazón, en cada latido, sienta que está latiendo en armonía con Su corazón. Conectado, en perfecta sintonía con Él.    















viernes, 18 de marzo de 2011

EL LLAMADO Y LA URGENCIA DE DAR EL MENSAJE QUE LIBERA

 
Al leer en el libro de los Hechos, los capítulos 16  y 17, resalta la actitud de Pablo, un hombre llamado por Dios y guiado por el Espíritu Santo, al llegar a Europa, es  encarcelado y azotado en Filipos, y le infligieron, junto con Timoteo, humillaciones indecibles. Expulsados de Tesalónica y Berea, hasta  llegar a Atenas, empujados por la persecución, al centro de la cultura mundial de aquel tiempo.
No obstante, al observar el panorama, su sensible corazón quedó empapado por la tristeza, su espíritu se enardecía, porque aunque Atenas era culta, con hombres de elevados conocimientos filosóficos,  estaban entregados a la más degradante idolatría, y el Dios real ni remotamente tenía cabida en sus cultivadas mentes: Para cada esfera de la vida tenían un Dios particular: Para la siembra, cosecha, amoríos, fertilidad…
¿Cómo observamos nosotros el panorama de nuestro ambiente espiritual y moral? ¿Somos sensibilizados por el Espíritu Santo de la mentalidad, enfoques y propuestas en las que están imbuidos los dirigentes religiosos, políticos e intelectuales de nuestra querida patria, los que proclamamos tener El Mensaje que da vida? Si reaccionamos con indiferencia, estamos ubicados en el mismo nivel de los meros religiosos, con mucha apariencia de piedad, pero sin la capacidad de impartir vida.
Existían  entonces tres escuelas filosóficas principales: Epicúreos, Estoicos y Agnósticos, con conceptos diferentes, cuyas proclamas se puede resumir en las siguientes premisas: búsqueda del placer, dominio y autocontrol por medio de la voluntad, e imposibilidad de encontrar a Dios por la razón, sino a través de la duda.
El mensaje de un Jesús crucificado y la resurrección, que conformaba la esencia de la proclama de Pablo, cayó como una novedad de mal gusto; esto no resultaba extraño, considerando el orgullo de sus mentes  encerradas en sus vanos razonamientos, que arrancaría sarcasmos,  burlas, y abiertamente ser tildado como fantasía de un alucinado palabrero.
¿Cuál es el mensaje central que hoy predicamos? ¿Cuáles son las Escuelas y prácticas filosóficas en la actualidad con las cuales nos toca confrontar?
1.     El mensaje de la cruz, hoy más que nunca está vigente. Es insustituible, porque, aunque sea locura, y hasta asco le dé a algunos, es el único que libera. A pesar de que tantos pretendan ofrecer “panacea más actualizada” y sustituirla por argumentos “más elevados”. La victoria de la cruz y la prueba concluyente de la resurrección es la esperanza para nuestra sufriente humanidad, enferma por el pecado.

2.     “La vida es aquí y ahora”, es la filosofía que envuelve y canaliza las acciones de las masas, arrastrándolas al hedonismo (doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida). Son inimaginables las nuevas formas de placer que se ofrecen: Matrimonio colectivo, maratón de sexo, mezclas de  bebidas exóticas, y otras, que al no encontrarse la anhelada satisfacción, desemboca en las drogas alucinógenas, último eslabón de la inexorable destrucción, antesala de la muerte.

3.     Los sermones religiosos apuntan prioritariamente al humanismo y se enfocan  en dar respuestas a las apetencias humanas, a su exaltación y potenciación, obviando, esquivando deliberadamente el mensaje del arrepentimiento, crucifixión y muerte con Jesucristo. Los mensajes que más llaman la tención y atraen a las masas, son: Cómo prosperar en esta vida; Qué pasos dar para hacerse de dinero; Proclama y declara que la abundancia y prosperidad sean atraídas a ti; Consejos para que tus sueños se hagan realidad…, citando sin pudor y osadía, que rayan a la herejía, pasajes bíblicos aislados de su contexto, pretendiendo hacerle decir a Dios lo que nunca dijo.   
Pablo entendió por el Espíritu Santo la urgencia de entregar el único mensaje que todo ser humano necesita para su liberación, aunque en un  medio atestado de tantas cavilaciones, claudicaciones y charlatanerías: La Verdad que produce el cambio real. Por esa convicción de urgencia se fue a la sinagoga, a la plaza, al mercado, en los lugares de concurrencia para  proclamar a voz en cuello La Palabra que imparte vida.
El mensaje que da vida no debemos encerrarlo, limitándolo entre las cuatro paredes de un templo, donde los domingos asistimos para cumplir con nuestra religión, y gozarnos juntos con los hermanos. La Palabra de Jesús es enfática, y nos ordena: “ID”. Así lo entendió Pablo, cuando en el Areópago proclamó:
“para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hch. 17:27). Para que le busquen, hallen, porque no está lejos, sólo falta que nosotros lo acerquemos.
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch. 17:30).  Hasta hoy pasó por alto los tiempos de ignorancia, pero ahora pide arrepentimiento. ¿Hasta cuándo durará el tiempo de gracia?
No importa el pasado. Nadie necesita ser esclavo de su pasado. Hoy Dios quiere  perdonarte, liberarte, darte vida y usarte como Su instrumento. Hoy es el día cuando Él quiere restaurarnos, para ser verdaderos restauradores en nuestra querida patria.
En Isaías 58: 12NVI, dice el Señor a Su Iglesia: “Tu pueblo reconstruirá las ruinas antiguas y levantará los cimientos de antaño; serás llamado “reparador de muros derruidos”, restaurador de calles transitables”.  




lunes, 14 de marzo de 2011

YO JUEGO EN EL EQUIPO DEL NAZARENO

“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;  un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:1-7).
“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3).
Cuando experimentamos bendiciones y  avanzamos por la gracia divina, la misma implica nuevos desafíos, cambios, estrategias y en especial la integración de  personas que han sido tocadas y llamadas por Dios con dones dados por Él para ser parte de un equipo. Generalmente cuando un técnico forma un equipo,  elige a los más aptos a su propósito, sin descartar a los talentosos, tiene preferencia por los  afines a su táctica, los que mejor encajan en la estrategia, los que jugarán para el equipo.
1.     Un puñado de rústicos hombres con fe viva en la divinidad del crucificado Nazareno; quienes fueron testigos de Su resurrección;  con la investidura del poder del Espíritu Santo, se constituyeron en un equipo.  Proclaman al mundo las virtudes que emana de la obra consumada de Jesús, cuyo enfoque estaba centrado en: Cómo reconciliarse con Dios y recibir  liberación del pecado, de las opresiones y enfermedades al creer y relacionarse con el Libertador.

2.     Una fuerza arrolladora que cambió el curso de la historia se manifestó con el nacimiento de la iglesia de Cristo, pese al imperio Romano, la cultura griega, las costumbres licenciosas de la época, y las tradiciones judías, el mensaje de la Cruz llegó a permear aun los ámbitos más impermeables, como la Corte Romana e infligiendo heridas debilitantes al paganismo reinante.

3.     Debemos considerar el contexto donde estos sencillos hombres desenvolvieron la orden del Maestro no consistía en un terreno abonado: Los Judíos representaban al fanatismo recalcitrante,  orgullosos de sus ancestros, historia y tradiciones religiosas, las cuales cerraban sus corazones para creer en la redención a través de la locura de la cruz.  Los Romanos: imperativos y crueles, porque la mayor parte del mundo habitado estaba  bajo el dominio de ellos y se sentían como seres superiores a los demás. Considerando a la Nueva Fe como una trivialidad judía. Los Griegos: cultos, refinados e idolatrados por la sabiduría emanada de las deducciones filosóficas, anclados en el imperio de la razón; la Cruz, para ellos, no tenía cabida en la evolución cognitiva que creían poseer . Era la antítesis de intelectualidad que habían cultivado.   

4.     Muchas virtudes caracterizaban al Nuevo Movimiento: Presencia divina, milagros, poderes sobrenaturales, ardiente fe; pero, una sobresalía y era como el motor que movía al equipo: “La unidad en Espíritu” que daba conciencia corporativa, operando en amor alrededor de la persona de Jesucristo.

·        En otras palabras, todos jugaban y hacían fuerza por el equipo.  Ninguno se afanaba por meter sólo su “golcito”. La individualidad es dañina cuando apunta al lucimiento personal; pero valioso cuando está supeditada al cuerpo.
·        Un técnico deportivo no siempre tiene en cuenta al más habilidoso, sino al que más se adapta al planteamiento táctico; aunque nadie es digno de integrar el equipo si lo que él aporta no lo considera lo más importante del mundo, siempre que sea en función al equipo.
OCHO HECHOS A SER TENIDOS EN CUENTA, QUE HABLAN DEL PORQUÉ ERAN IMPARABLES
1.     Unánimes en oración: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego…” (Hechos 1:14).

2.     Unánimes juntos: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos (Hechos 2:1).


3.     La voz de uno era la voz de todos: Cuando Pedro se puso en pie, se puso con los once: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras” (Hechos 2:14).

4.     La unidad descansaba sobre cuatro pilares: Luego de las conversiones masivas, se formó un grupo compacto que perseveraba: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:41-42).


5.     Un ambiente que atraía a los de afuera: unánimes en el templo, casas y el Señor añadía… “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:46-47).

6.     Unánimes en el clamor, ante la adversidad: “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay…” (Hechos 4:24).


7.     Unánimes en la persecución: Un factor (aunque negativo) que fortalece la unidad y la fuerza para predicar, es la persecución: “Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él(Hechos 12:5). “Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando(Hechos 12:12).

8.     Unidad en el pueblo: El crecimiento sostenido obedecía a la unción de los siervos y la unidad del pueblo: “Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando. Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos” (Hechos 5:12-16).
El Espíritu Santo hoy quiere hacer de nuevo, como lo hizo en la iglesia primitiva. Debemos soñar con las multitudes que vendrán de diversos lugares buscando adorar a Jesucristo; creyendo que sólo en Él encontrarán la solución a sus problemas y necesidades, y que todos encuentren la liberación. Y esto será cuando Su pueblo entienda que es parte de  un equipo, estando lleno del Espíritu, ministrando, “cada uno con la gracia dada conforme a la medida del don de Cristo”.  Cuando  “Cada cual marchará por su camino, y no torcerá su rumbo. Ninguno estrechará a su compañero” (Joel 2:7-8).  Unánimes alrededor del Capitán.  Y  todos apuntando al objetivo: Ganar Paraguay para Cristo.

¿Cuál es tu aporte al equipo?

miércoles, 9 de marzo de 2011

TIEMPO DE CONQUISTA Y CONSOLIDACIÓN


“Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret”  (1 Sam. 22:5). “Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos. Fue, pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila” (1 Sam. 23:4-5).
Sin el fortalecimiento de las bendiciones de Dios y el impulso del Espíritu es imposible marchar victorioso, ni dar respuesta a las necesidades actuales.  Sin una liberación de toda opresión del enemigo, es probable que quedemos empantanados en nuestros problemas y debilidades particulares.  Sin haber experimentado personalmente el poder de Dios en los avatares de la vida, siempre estaremos bordeando lo teórico, con lo prestado – la experiencias que otros han contado. 
Sin la nutrición adecuada a través del Pan de Vida, nunca seremos un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.  Y sin la unción de lo Alto no podremos empuñar con suficiente eficacia la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.  Estas son etapas del proceso que indefectiblemente debemos  superar para salir “de este lugar fuerte”, donde siempre esperamos ser protegidos, sin avanzar, por temor a exponernos al fragor de la batalla. 
Las bendiciones son dulces y placenteras, pero no debemos engolosinarnos con ellas, especialmente cuando Dios lo está derramando en un medio donde se ha desarrollado vínculos muy estrechos.  En la cumbre de este Monte Alto, ante la gloria de Dios manifestada, tendemos, como los discípulos, a decir: “Bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas…” (Mt. 17:4).  Sin embargo, había que descender en el valle, porque allí estaban los enfermos y necesitados para los cuales nos puso Jesús; y porque así lo hizo Él.
  También nosotros, con lo mucho que hemos sido bendecidos, debemos descender al valle de nuestra sociedad, donde hay sufrimiento y confusión, para compartir e impartir lo que tenemos.  Los necesitados merecen ser bendecidos con lo que tú y yo hemos recibido de gracia.
TRES RAZONAMIENTOS PARA QUEDAR EN LA CUEVA:
1.     Estamos con miedo.  “Pero los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿Cuánto más si fuéramos a Keila contra el ejército de los filisteos?” (1 Sam. 23:3).  Es muy normal que el enemigo te infunda miedo y susurre a tu mente natural: “Tú no puedes. No estás capacitado. No te escucharán…” Y quien sabe cuántos argumentos razonables más.  Pero Jesucristo te dice: “De gracia recibiste, dad de gracia”.  La orden del Señor es: ¡Levántate!, desciende a Keila; con la obediencia, el miedo se irá y le causarás gran derrota al enemigo.

2.     El ejército del enemigo es muy superior a nuestras fuerzas. “¿Cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?”, era el razonamiento de los que estaban con David.  Si fuera que la batalla dependiera de nuestras fuerzas naturales, este razonamiento es correcto.  Es en este tipo de circunstancias cuando debes apoyarte en lo que nos dice la Palabra: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn. 4:4).

3.     No es mi responsabilidad, corresponde a la jerarquía eclesiástica.   Keila era una ciudad que correspondía al reino de Judá.  Los filisteos estaban causando estragos, robando las eras (1 Sam. 23:1).  Oficialmente le correspondía la defensa de ella a Saúl, porque él era el rey.  Sin embargo, parece que el pueblo confiaba más en David, un fugitivo, que en el rey, porque a él le pidieron el socorro por la desgracia que estaban pasando.  Él consultó a Jehová, y la respuesta fue: “Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila” (1 Sam. 23:2).  Aunque tú digas: para eso están los valientes que deben librar la batalla, el que te dio la gracia y poder, te dice: “Ve, y libra a los que están oprimidos”.

TRES MOTIVACIONES PARA SALIR Y CONQUISTAR
1.     La obediencia al mandato de nuestro Amado.  La encomienda más trascendente que nos ha entregado Jesús antes de ascender al cielo, ha sido: Id por todo el mundo… Id y haced discípulos a todas las naciones… y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mr. 16:15; Mt. 28:19-20).

2.     Porque el espíritu de Cristo es el de servir.  “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida…” (Mt. 20:28).  El concepto medular que El Maestro nos enseña, en este tiempo cuando muchos están más interesados en sus proyecciones personales, es: el más grande; el que aspira a un liderazgo de grande proyecciones, es el que sirve, el que, imitando a su Maestro, predispone su corazón para dar.  Jesús dio todo: Servicio, amor, entrega y hasta su propia vida para rescatarnos.

3.     Porque si me quedo no llegaré a ser lo que mi Señor quiere que sea.  “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (Lc. 5:10). Ciertamente el ser pescador en el nivel (eran empresarios de la pesca) de Pedro, Andrés y Juan no era despreciable en aquella época.  Pero Jesús le estaba encomendando una tarea superior: Os haré pescadores de hombres.  Hoy, lo mismo como a estos hombres, el Maestro quiere llevarnos a una dimensión más trascendente: Ser  lo que Él quiere que seas en esta vida, un siervo.
Necesitamos salir, ir, conquistar, edificar porque Él está con nosotros si estamos dispuestos a emprender, tomando de Su mano, emprenderemos la aventura más emocionante que pueda existir y que pueda experimentar un ser humano.

lunes, 7 de marzo de 2011

GOZO Y ESPERANZA PARA ESTE TIEMPO

 


El gozo, como la esperanza, es una situación, un estado espiritual, que se instala en el recipiente interior del ser humano. Cuando alguien llega a poseerla, puede ser inquietada, perturbada, pero nunca alterada por las cuestiones circunstanciales que a todos nos ocurren en este ajetreado mundo.

Nadie está exento en esta vida de cuestiones desagradables; sucesos que nos perturban y que llegan a tocar nuestras fibras más íntimas, que en muchos de los casos tienden a alterar nuestra personalidad y cambiar nuestro comportamiento y hasta nuestro estilo de vida.

 Esto ocurre si nuestro espíritu no está preparado. La situación nos supera, nos agobia; nuestro estado de ánimo decae y podemos llegar a situarnos en el borde del abismo de la desesperanza. Parece que todo se derrumba. Los caminos se vuelven infranqueables; aparecen muros inexpugnables por los cuales embestimos. Estos apuntan a nuestra derrota, inhibición y postración,  y pueden llegar a abrir profundas heridas en nuestra alma, para las cuales no existen drogas que las sanen. Sólo la ayuda de un Poder Superior puede contrarrestarla.

Pablo, el apóstol, llegó al punto de exclamar: “Estábamos tan agobiados bajo tanta presión, que hasta perdimos la esperanza de salir con vida: nos sentíamos como sentenciados a muerte. Pero esto sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios, que resucita a los muertos. Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En Él tenemos puesta nuestra esperanza, y Él seguirá librándonos. Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día” (2 Cor. 1: 8; 4: 16).

Lo que el apóstol, a través de su experiencia personal, nos está indicando es: Cuando más arrecian las presiones, los agobios desgastantes, más fuertes se tornan nuestra esperanza.

Con el Dios de esperanza morando en nosotros, podemos enfrentar todos los desafíos de este tiempo,  con fe y esperanzas renovadas. Con convicción de que nos espera un tiempo nuevo de bendiciones abundantes; aferrándonos a esta promesa: “Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?” (Rom. 8: 31)

Avanzando con esta brújula  como nuestro norte, caminemos en este tiempo con gratitud, con la mirada puesta en Jesús, única fuente de esperanza duradera.