Al leer en el libro de los Hechos, los capítulos 16 y 17, resalta la actitud de Pablo, un hombre llamado por Dios y guiado por el Espíritu Santo, al llegar a Europa, es encarcelado y azotado en Filipos, y le infligieron, junto con Timoteo, humillaciones indecibles. Expulsados de Tesalónica y Berea, hasta llegar a Atenas, empujados por la persecución, al centro de la cultura mundial de aquel tiempo.
No obstante, al observar el panorama, su sensible corazón quedó empapado por la tristeza, su espíritu se enardecía, porque aunque Atenas era culta, con hombres de elevados conocimientos filosóficos, estaban entregados a la más degradante idolatría, y el Dios real ni remotamente tenía cabida en sus cultivadas mentes: Para cada esfera de la vida tenían un Dios particular: Para la siembra, cosecha, amoríos, fertilidad…
¿Cómo observamos nosotros el panorama de nuestro ambiente espiritual y moral? ¿Somos sensibilizados por el Espíritu Santo de la mentalidad, enfoques y propuestas en las que están imbuidos los dirigentes religiosos, políticos e intelectuales de nuestra querida patria, los que proclamamos tener El Mensaje que da vida? Si reaccionamos con indiferencia, estamos ubicados en el mismo nivel de los meros religiosos, con mucha apariencia de piedad, pero sin la capacidad de impartir vida.
Existían entonces tres escuelas filosóficas principales: Epicúreos, Estoicos y Agnósticos, con conceptos diferentes, cuyas proclamas se puede resumir en las siguientes premisas: búsqueda del placer, dominio y autocontrol por medio de la voluntad, e imposibilidad de encontrar a Dios por la razón, sino a través de la duda.
El mensaje de un Jesús crucificado y la resurrección, que conformaba la esencia de la proclama de Pablo, cayó como una novedad de mal gusto; esto no resultaba extraño, considerando el orgullo de sus mentes encerradas en sus vanos razonamientos, que arrancaría sarcasmos, burlas, y abiertamente ser tildado como fantasía de un alucinado palabrero.
¿Cuál es el mensaje central que hoy predicamos? ¿Cuáles son las Escuelas y prácticas filosóficas en la actualidad con las cuales nos toca confrontar?
1. El mensaje de la cruz, hoy más que nunca está vigente. Es insustituible, porque, aunque sea locura, y hasta asco le dé a algunos, es el único que libera. A pesar de que tantos pretendan ofrecer “panacea más actualizada” y sustituirla por argumentos “más elevados”. La victoria de la cruz y la prueba concluyente de la resurrección es la esperanza para nuestra sufriente humanidad, enferma por el pecado.
2. “La vida es aquí y ahora”, es la filosofía que envuelve y canaliza las acciones de las masas, arrastrándolas al hedonismo (doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida). Son inimaginables las nuevas formas de placer que se ofrecen: Matrimonio colectivo, maratón de sexo, mezclas de bebidas exóticas, y otras, que al no encontrarse la anhelada satisfacción, desemboca en las drogas alucinógenas, último eslabón de la inexorable destrucción, antesala de la muerte.
3. Los sermones religiosos apuntan prioritariamente al humanismo y se enfocan en dar respuestas a las apetencias humanas, a su exaltación y potenciación, obviando, esquivando deliberadamente el mensaje del arrepentimiento, crucifixión y muerte con Jesucristo. Los mensajes que más llaman la tención y atraen a las masas, son: Cómo prosperar en esta vida; Qué pasos dar para hacerse de dinero; Proclama y declara que la abundancia y prosperidad sean atraídas a ti; Consejos para que tus sueños se hagan realidad…, citando sin pudor y osadía, que rayan a la herejía, pasajes bíblicos aislados de su contexto, pretendiendo hacerle decir a Dios lo que nunca dijo.
Pablo entendió por el Espíritu Santo la urgencia de entregar el único mensaje que todo ser humano necesita para su liberación, aunque en un medio atestado de tantas cavilaciones, claudicaciones y charlatanerías: La Verdad que produce el cambio real. Por esa convicción de urgencia se fue a la sinagoga, a la plaza, al mercado, en los lugares de concurrencia para proclamar a voz en cuello La Palabra que imparte vida.
El mensaje que da vida no debemos encerrarlo, limitándolo entre las cuatro paredes de un templo, donde los domingos asistimos para cumplir con nuestra religión, y gozarnos juntos con los hermanos. La Palabra de Jesús es enfática, y nos ordena: “ID”. Así lo entendió Pablo, cuando en el Areópago proclamó:
“para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hch. 17:27). Para que le busquen, hallen, porque no está lejos, sólo falta que nosotros lo acerquemos.
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch. 17:30). Hasta hoy pasó por alto los tiempos de ignorancia, pero ahora pide arrepentimiento. ¿Hasta cuándo durará el tiempo de gracia?
No importa el pasado. Nadie necesita ser esclavo de su pasado. Hoy Dios quiere perdonarte, liberarte, darte vida y usarte como Su instrumento. Hoy es el día cuando Él quiere restaurarnos, para ser verdaderos restauradores en nuestra querida patria.
En Isaías 58: 12NVI, dice el Señor a Su Iglesia: “Tu pueblo reconstruirá las ruinas antiguas y levantará los cimientos de antaño; serás llamado “reparador de muros derruidos”, restaurador de calles transitables”.
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