viernes, 4 de marzo de 2011

DIOS USA A LOS QUE SE DECIDEN Y DEFINEN



Jesús hoy vuelve a confrontarnos con esta llamativa palabra: “Desde Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mt. 11:12), queriendo significar que existen dos reinos en pugna: El reino de las tinieblas y el Reino de Dios. Debemos entender que constantemente se verifican luchas tenaces en el ámbito espiritual e invisible. No obstante, nuestras actitudes como hijos de Dios son las que cuentan en forma preponderante para arrebatar – forzar – las victorias. Es la actitud que adoptan los valientes, los que tienen definido su vida a favor del Reino de Dios, y han decidido pelear para que esta sea una realidad en esta tierra, como en su vida personal.

 Los pusilánimes, que se caracterizan por ser faltos de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes, nunca serán usados por el Maestro. Esto no significa que Dios nos escoge por nuestras cualidades o méritos personales. En Su Reino, Él todo nos concede por gracia.

 La gracia de Dios hace por nosotros lo que  no podemos hacer: ser salvo y dotarnos del valor necesario por el Espíritu Santo. Así, con estos dotes, el conquistar la tierra, aunque ya nos ha entregado, nos encomendó a nosotros. Lo que Dios nos promete es estar con nosotros cuando nos decidimos lanzarnos a la batalla para la conquista con Él.

 Santiago, al referirse a los indecisos, nos afirma: “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” (Stg. 1: 7-8).

Dios nunca se ha agradado de los indecisos; de los que divagan entre dos pensamientos; de los que nunca acaban de definirse a Su favor; de los que no tienen la voluntad de comprometerse; de los que son de doble ánimo, los que dicen querer servir a Dios pero no están dispuestos a renunciar a nada; de los que no tienen el coraje de enfrentar las corrientes desfavorables; de los que se amedrentan por las voces del enemigo; de los que huyen cuando el barco es agitado por los vientos contrarios y parece hundirse. Jesús define a estos como “los que quieren salvar su vida para sí. Y los declara no aptos para el Reino de Dios”. El profeta Elías lo define como “el pecado de claudicación”.

 Pablo exhorta y alienta a los que han decidido tomar el arado y no mirar hacia atrás: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2Tim. 1: 7).

Si el Espíritu Santo te ha impulsado para decidirte por el Dador de la Vida, este desafío es para ti. La  valentía es una añadidura que Dios te da por gracia, es parte de tu equipamiento con el cual te ha dotado el Todopoderoso. Te imparte Su poder en amor, y cuando te apropias del mismo, con fe inclaudicable, creyendo con férrea determinación, la victoria es segura, porque Dios usa a los que se deciden y definen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario