miércoles, 23 de marzo de 2011

VIDA Y EVIDENCIA DE VIDA



“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (Jn.  15:1).
Cuando él habla de la vid, habla de la vida, de la que es verdadera y abundante, no la mera existencia. Consideremos tres de las muchas acepciones de la palabra vida: 1- BIOO: Pasar la vida, existir. 2- PSUQUE: Vida natural, corazón, mente, aliento de vida. 3- ZOE: Vida En sentido absoluto como la tiene Dios y de la que nos da por medio de estar unido a Jesucristo.
LA VIDA VERDADERA
Jesús, como en otros pasajes de La Escritura, se presenta como la Vid Verdadera: Vida (ZOE). Juan 1:4, dice: En Él estaba la vida. En 14:6: Yo soy… la vida, y en 10:10: Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Parte vital de la Vid es la cepa, como la savia que transmite a las ramas (pámpanos) la vida. Esta es la Vida, que viene de la Cepa (el Padre) y por medio de la Vid (Jesús) nos transmite la vida, la verdadera vida, la que fructifica y puede impartir Vida; que no se trata de mera existencia.
Es de suma importancia considerar que Jesús menciona dos tipos de ramas: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Jn 14:2). Un tipo de rama es la que sale de la cepa, que por medio del tronco principal va a la rama que dará fruto. A esta, Jesús la limpia y poda, para que lleve más fruto.
El segundo tipo de rama es el brote o brotón (chupón), que se adosa al tronco de donde salen ramas viciadas; estas crecen muy rápidamente, con grandes hojas, pero nunca darán frutos. El Padre lo quitará, cortará, secará y se recoge para quemarla.
La expresión de Jesús en el verso 3 es vital: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. Limpio por la Palabra: Recibiste, te uniste a Jesús, y permaneces en Él, como dice el verso 4 y 5, “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Separarse es secarse.
En la permanencia, la Savia de la vida nutre constantemente nuestro ser y recibimos el suministro de la gracia para vivir la vida en abundancia.
LA EVIDENCIA DE LA VIDA
La vida natural se evidencia de diversas maneras: Expresiones, talentos, etc. La vida espiritual, en Cristo, se evidencia por una sola manera: Los frutos. En Mat. 7: 15 – 20, nos describe claramente, y concluye: “Por sus frutos…”. El árbol sanado por la sangre de Cristo evidencia su sanidad por los frutos. Jesús busca frutos, que hablen de que Su Vida está en mí. 
Encontramos un relato llamativo en Mat. 21: 18, 19, cuando Jesús tuvo hambre y halló hojas solamente (apariencias), y la maldijo, y se secó. El quiere ver evidencias. No apariencias. Nosotros fuimos llamados para tener vida unida a ÉL y dar frutos, como dice en Juan 15: 8: “Y muestran así que son mis discípulos” NVI.
El sabio lo describe así: “Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová” (Prv. 8: 34, 35). Escucha, vela, aguarda y halla.
El apóstol Juan nos certifica en forma simple pero clara: El que tiene al Hijo, y el que no tiene al Hijo: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1Jn.5:11,12).
Nosotros fuimos llamados para estar inserto en la Vid verdadera. Para tener Vida verdadera y Vida en abundancia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario