sábado, 18 de junio de 2011

LA ANALOGÍA ENTRE EL PADRE CELESTIAL Y EL TERRENAL


Los que gozan de la dicha de disfrutar de un padre terrenal, que lo honren, porque se merecen por lo que ellos son. Los que los tienen en el cielo, que lo  recuerden con gratitud; y aquellos que por una u otra razón son privados de un padre terrenal, no resulta buen remedio amargarse, porque esa falta lo suple el Padre Celestial.-“Pero Tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos conozca ni nos reconozca Israel; tú, Señor, eres nuestro Padre; tu nombre ha sido siempre nuestro Redentor” (Isaías 63: 16).
Yo tengo la triste e indeseable experiencia de haber sido abandonado por mi padre terrenal. Nunca lo he conocido. No obstante, mi Padre celestial suplió con creces esa carencia cuando conocí a Jesucristo. Él llenó ese vacío que tornaba incompleta mi vida. Desde entonces, nunca necesité guardar rencor en contra de mi padre terrenal. Sólo el amor del Padre que me acogió y me brindó el cariño, como el apoyo, lo hizo posible. Nunca me sentí huérfano.-“Aunque mi padre y madre me dejaran,  con todo, Jehová me recogerá” (Salmos 27: 10).
El relato de la parábola del hijo pródigo ilustra, describiendo la similitud del corazón del Padre que está en los cielos, como el de la tierra:
En las prédicas sobre esta parábola (S. Lucas 15: 11 – 32), el énfasis siempre se ha enfocado en la actitud y determinación drástica y necia del hijo que dejó la casa paterna, que luego de haber malgastado la herencia recibida, reflexionó y volvió humillado, cabizbajo y arrepentido a refugiarse en la casa de su padre.
 Permítanme enfocarme en la actitud del Padre ante la agobiante contingencia:
1-    Su actitud ante el insólito pedido. (V.12). “…Les repartió los bienes”, fue la actitud del padre, como lo traza en forma lacónica la Escritura.
 Un padre posesivo, autoritario e inflexible hubiera reaccionado enfurecido, interpretando el hecho como una rebelión y ofensa a su autoridad. Con padres posesivos se incuban hijos sometidos y sin carácter, incapaces de desarrollarse; renegados y resentidos que destilan rencor y resistencia contra cualquier orden establecido. Llega a ser un inadaptado que siempre genera problemas, porque se siente incompetente para enfrentar eventualidades adversas.
Un padre consentidor, permisivo, desarrolla hijos desenfrenados, quienes creen que no existen los límites y todo el mundo tiene que allanarse a sus desmanes y apetencias. Nadie posee derechos ni consideración ante la mentalidad que ha cultivado. Sólo los tropezones y golpes recibidos pueden hacer que reflexione, vuelva en sí y emprenda el regreso por el camino de la reconciliación, al abrigo del hogar paterno, y al cambio de actitud.
Como padres debemos encontrar el punto de equilibrio entre estos extremos. - “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal… escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia” (Dtm. 30: 15,19). Dios nos dio libre albedrío. Este dote es una concesión Divina que nos conducirá a la vida o a la muerte. Los padres debemos transmitir a nuestros hijos pautas que los encausen a desarrollar valores, para que escojan lo correcto por  convicción y no por presión ni amedrentamiento.- “escoge, pues, la vida…”, nos insta Dios en Su Palabra.  

2-    La actitud del Padre ante la vuelta del hijo (V. 20). “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. El corazón del verdadero Padre no cierra las posibilidades de recuperar lo que significa parte de su ser, ni se endurece ante el extravío y fracaso del ser que ama, porque él siempre permanece a la espera, ansiando su regreso, para restituirle su posición e identidad de hijo, con todos sus privilegios.
Tiene preparado el mejor vestido para reemplazar los harapos, producto de sus delirios. Desea engarzar el anillo con el escudo de la familia que había despreciado, acto que sella la aceptación dinástica. Y calzar sus pies descalzos, resquebrajados por la intemperie de las sendas  erradas, para caminar con pasos seguros, como el que ha recuperado su linaje y dignidad.
Manda matar el becerro gordo y hace fiesta y comienza a regocijarse por haber recuperado a su hijo que había muerto y ha revivido, perdido y hallado de nuevo. Lo resaltante en el procedimiento del Padre es: la fina sabiduría en el trato con el otro hijo, quien no podía entender la actitud amorosa de su progenitor, actitud que no denotaba parcialidad ni condescendencia con el error, sino el deseo de lo que siempre latía en Su corazón: recuperar al que ÉL amaba, aunque extraviado. Ante la reticencia manifestada, le recordó su privilegio, rogándole que entrase a la fiesta.- “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Vs. 28 y 31).

3-     Por analogía este padre refleja el corazón y la actitud de nuestro Padre celestial; Quien a pesar de que le hemos desairado para andar en caminos torcidos, despilfarrando todas las virtudes con las que nos ha dotado; cuando nos volvemos a Él, nos recibe con el mismo abrazo de amor y perdón, y nos devuelve todos los privilegios de hijo de Dios, como nos ilustra la conmovedora narración.
Concluimos que, un verdadero padre terrenal tendría la misma actitud del Padre Celestial: Aunque extraviados tras nuestras pasiones desordenadas, el Padre nos espera, perdona y nos restituye nuestra posición de hijo, cuando reflexionamos, volvemos a Él, y creemos en Jesucristo.  








sábado, 11 de junio de 2011

PENTECOSTÉS: JÚBILO POR LA COSECHA


El pueblo esclavo, agobiado por dura servidumbre, recibe la liberación a través de la mano fuerte del Libertador, para entrar en posesión de la tierra que fluye leche y miel. En el día de Pentecostés – cincuenta días después de la pascua – todo el pueblo traía las primicias de la cosecha, ofrenda de olor grato al Señor, ofrecida como gratitud por los frutos abundantes, producto de la tierra que el Todopoderoso había concedido a Su pueblo.
Ese día, el de Pentecostés, los discípulos de Jesús, después de la resurrección y ascensión del Maestro, ocurrió el derramamiento del Espíritu Santo; hecho trascendente que cambiaría para siempre la vida de estos sencillos hombres: Debilidad, temor y cobardía terminaría desde entonces, porque fueron investidos de poder desde  lo alto, como lo había prometido Jesús antes de Su muerte (S. Lucas 24: 49).
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2: 1 – 4).
Pedro, el apóstol, junto con los once, se levantó ante una multitud sorprendida y confusa por el fenómeno ocurrido, y predicó con la investidura del poder que se había posesionado de él. Ya no era el hombre pusilánime, que ante la presión del ambiente adverso había negado a su Maestro. Ahora hablaba y enfrentaba la situación con poder y autoridad, porque el Espíritu Santo había tomado posesión de su vida.
La cosecha, las primicias, ese día fue abundante, como tres mil personas, compungidas de corazón, tocadas por el Espíritu, dijeron a Pedro: ¿Qué haremos? Estos, algunos participantes directos de la muerte de Jesús, se arrepintieron de sus pecados, nacieron de nuevo, se bautizaron y recibieron la promesa del don del Espíritu Santo y se añadieron al Reino de Dios.
Pentecostés es mucho más que un día especial para recordar. Significa la llenura de Su Espíritu, el que había sido prometido por Jesús y sus apóstoles. – “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2: 39). Significa que ese poder es el único eficaz para romper la dureza de los corazones que se oponen a los designios de Dios. Porque nuestras fuerzas e inteligencia no alcanzan. Sólo la fuerza sobrenatural del Espíritu puede quebrantar al hombre y darle conciencia de pecado, para encontrar el remedio que sanará sus heridas: Jesucristo. 
Hoy, todos necesitamos esta llenura, la investidura del poder de Dios, para ser testigos verdaderos de Jesucristo. Es para ti, mi hermano, porque así Él lo prometió.

domingo, 5 de junio de 2011

ESPÍRITU DE ADOPCIÓN Y NATURALEZA DIVINA


“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”  (Rom. 8: 15-16).
La dádiva de la adopción conlleva la liberación de todo temor e inseguridad, al que Pablo lo llama espíritu de esclavitud, este nos inhibe para gozar de la plenitud de la vida cristiana. El espíritu de adopción nos hace exclamar la expresión de confianza: ¡Abba, Padre! Palabra de intimidad; de relacionamiento, de cercanía que se da en la consanguineidad. La naturaleza pecaminosa ya no resalta en nosotros, porque hemos nacido de nuevo, por el Espíritu; estamos unidos a Él y cubierto por la sangre de Jesús.
Pedro nos aclara, que mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó, nos han sido dadas grandísimas promesas; y, la más grande de todas: llegamos a ser participantes de la naturaleza divina. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”  (2Pedro 1: 3-4).
Es entonces cuando podemos adorar a Dios en espíritu y en verdad, porque nuestro espíritu tiene contacto con el Espíritu y nos da la certeza de la consanguineidad - “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”  (Rom.8: 16). Hay en nuestro interior un testimonio que nos da la seguridad de que somos hijos de Dios. Todos los bienes que tiene el Padre, nos pertenece. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”  (Romanos 8:17-18). Y aunque nos acosen con impetuosidad andanadas de sufrimientos, el Espíritu de adopción nos mantiene gozosos.
El status de hijo, al cual nos ha posicionado el Padre, hace que podamos enfrentar cualquier situación con la altura y el poder con la que hemos sido dotados, por lo que somos en Él. Siempre en las batallas que enfrentamos a diario vamos a salir victoriosos.
 “porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1Juan 4: 4), es el blindaje Divino prometido para un hijo de Dios.

miércoles, 1 de junio de 2011

Tú debes saldar tu deuda



Nuestra sociedad actual, con sus diferentes y complejas necesidades, aunque estas provengan de sus desaciertos, es merecedora de una respuesta adecuada de parte de la iglesia. Jesús, cuando vio a las multitudes dispersas como ovejas que no tienen pastor, tuvo compasión de ellas. Además, Él avanzó más allá de los sentimientos y dio la respuesta adecuada a las necesidades: Los que habían errado en el pecado, al encontrarse con Él recibían perdón; los enfermos eran sanados y los afligidos consolados. Nunca alguien salió vacío de Su presencia.

Aún los religiosos y opositores fanáticos eran objetos de la atención del Maestro. Aunque eran duras las palabras que les fueron dirigidas, estaban impregnadas con amor. Eran  adecuadas y oportunas, las que apuntaban a revertir la dureza de sus corazones. Siempre daba el remedio que sana. En todos los casos, lo que hacía Jesús apuntaba a reconciliar al hombre con Dios.

Hoy, en medio de tantas nebulosas y rumbos inciertos, se hace necesario que la iglesia se replantee estas preguntas: ¿Cuál es nuestra función en este mundo? ¿Qué es lo que debemos a nuestra sociedad para saldar con ella nuestra deuda? Pablo, el apóstol, nos clarifica: “Nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Cor.5: 18).  Pedro, el apóstol, nos muestra para qué existimos, cuál es nuestra misión primordial en el mundo: Para que anunciéis las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1Pedro 2: 9).

“A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor” (Rom. 1: 14). Somos deudores a todos los segmentos de nuestra sociedad. Las necesidades del alma van más allá de la indigencia económica, o de la estrechez intelectual. Envuelve a los llamados estratos alto, como al que vive en extrema pobreza, el que está situado por debajo de lo mínimo. Por tanto, somos deudores a todos ellos.

A nuestra sociedad no debemos una respuesta científica; aporte de ideas políticas; solución a la destartalada economía; ni aun forzar el cambio de los sistemas corruptos imperantes. Estos apenas son las consecuencias de la ruptura de relaciones del hombre con su Creador. Lo que urge es  la reconciliación personal del hombre con Dios. Sólo el hombre nuevo puede traer la esperanza de un mundo nuevo.

 Esta es nuestra deuda pendiente que debemos saldar.


lunes, 30 de mayo de 2011

TRES FORMAS DE ATADURAS Y CÓMO LIBERARNOS DE ELLAS


“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” (Salmo 19:12-13 RV).
"Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta! ¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti” (Sal. 19: 12 – 13 Biblia para todos).
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” (Salmos 19:12-13 NVI)
 TRES FORMAS DE ATADURAS Y CÓMO LIBERARNOS DE ELLAS
ERRORES: Concepto o acción equivocada, desacertada y hasta consentir algo sin intenciones malignas. Entendemos que pueden haber equivocados de buena fe. No sólo en sus acciones, ocurre también en cuanto a la relación con Dios. La pregunta es: ¿Quién está consciente…? Según R. V., es falta de entendimiento. No se da cuenta, según B. p. todos. Es falta de luz  y entendimiento mental y espiritual que estanca; priva  del desarrollo personal y para escalar espiritualmente. “SIEMPRE METO LA PATA. NADA DE LO QUE HAGO ME SALE BIEN…”, exclaman. Debemos  analizar algunas de las causas:
1-El orgullo. La soberbia cierra mi corazón y lo deja sin entendimiento. Alguien dijo que son como los olores del cuerpo. Dejan a uno mal, y molestan a otros, sin que uno se dé cuenta. Estos difícilmente establecen amistades. Cuentan con pocos amigos. Son como los hijos consentidos que llegan a cumplir cincuenta años, sin haber madurado. Creen tener todos los derechos, sin tener responsabilidad. Soberbia desarrollada. Orgullo oculto. Niño grande que todavía cree que todos deben estar a su servicio. Es la luz del Espíritu Santo la que revela y hace exclamar: ¡Perdóname…! Libérame.
2-Pecar a sabiendas. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” ( V. 13). En la ley humana hay atenuantes y agravantes. No es lo mismo el que cometió delito con premeditación, y el que lo cometió por error. Existe diferencia entre el homicidio doloso y el culposo. Si peco deliberadamente, transgredo la ley a sabiendas y me corresponde el juicio condenatorio. La ley es taxativa. No obstante, dice nuestro Dios en Su Palabra: ¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? (Ez. 18: 23, 21). Nadie debe morir espiritualmente por su fracaso. Hay perdón, absolución para el que se arrepiente. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”  (1Jn. 2: 1).
3-No permitas que tales pecados me dominen. Hay una gran diferencia entre el que peca y el que practica el pecado  “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”  (1Jn. 3: 8-9). La práctica es adicción,  dominio, de la que se necesita liberación. “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”  (1Jn. 1: 7), la sangre de Jesús limpia, libera, me libra de culpa y me convierte en una persona íntegra, con poder para dejar las prácticas que ofenden a la santidad del Dios santo.




martes, 24 de mayo de 2011

IMPULSADOS POR LA CORRIENTE DIVINA

 

“Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río. Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande. Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas. Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina” (Ez. 47: 1 – 12).

Si nos atrevemos a introducirnos en el Río de Dios, no podemos conformarnos con haber llegado con las Aguas hasta los tobillos; ni siquiera hasta las rodillas; ni aun hasta los lomos, porque cuando El Río crece de manera que sólo se puede pasar a nado, eso es lo que debemos hacer: Nadar en la Corriente Divina y dejarnos llevar por el impulso de las Aguas Salutíferas, porque por este cauce Dios está direccionando hoy a su pueblo para el cumplimiento de Su Propósito en esta generación.

El Soberano, pero Padre amoroso, no desea que tú te quedes en la orilla, expectante de lo que pueda suceder con los protagonistas que tuvieron el coraje de aceptar el desafío de bogar mar adentro, de ir hacia aguas más profundas, donde el Río no se puede pasar sino a nado . Estas son las Aguas que sanan las heridas, el hastío, la esterilidad y la inoperancia, sin embargo fluye para proyectarse a la sanidad de los necesitados de liberación. “Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá esta agua, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río” (Ez. 47: 9).

Hoy, el desafío es sumergirnos en este Río, el Río del Espíritu, en las Aguas que sanan, sacia y satisface con el gozo pleno de vivir en el Espíritu, desechando las corrientes humanas, que se disfrazan de divino. El discernimiento para la elección implica dos disposiciones: Sed de Dios y coraje en la decisión.

 Lo imperativo que nos exhorta la Palabra es: “Si alguno tiene sed”, clamaba Jesús. Aunque Él se dirigía a la multitud presente en la fiesta, iba dirigido a los sedientos. Los indiferentes seguirán en su estado de insatisfacción. Para manifestar esa sed se precisa de coraje, porque, este involucra la sinceridad para consigo mismo, lo que no siempre resulta fácil reconocer y exteriorizar.

 “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef. 5: 18). El Espíritu Santo quiere embriagarte con Su Presencia, y Su Corriente te llevará hasta posicionarte en el lugar donde Él diseñó tu vida, para vivir una vida con propósito. Permíteme señalarte El requisito:

 ATREVERSE A SER IMPULSADO POR LA CORRIENTE DIVINA. 



domingo, 22 de mayo de 2011

FUNDAMENTO INMUTABLE, ADITIVO INSUSTANCIAL Y DÁDIVA QUE AFIRMA


“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas” (Hebreos 13: 8 – 9).
1.     FUNDAMENTO: Antes de abordar cualquier asunto espiritual, debemos considerar en qué y dónde está fundamentado. La Biblia afirma que hay un único, inmutable fundamento, ya puesto, sobre el cual se levanta el edificio de Dios. Nada tiene valor en el Reino de Dios sin este fundamento. Bien puesto, tendrá el valor del oro, o  piedra preciosa. Si no, el de paja y hojarasca. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”  (1Corintios 3: 11 – 15). Así como el fundamento es lo más importante, también  lo es el material que ponemos - edificamos -  sobre el mismo; ambas cosas son de suma importancia.
Inmutable: Es estable y nos da estabilidad “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Heb.6: 17 -20). Cuando nos asimos del consejo inmutable, fondeamos con un ancla segura que afirma nuestra fe y estabiliza nuestra vida; sabemos dónde estamos parados, porque las amarras de nuestra fe están ligadas con lazos eternos: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos”.
2.     ADITIVO INSUSTANCIAL: Cuando algo carece de la sustancia necesaria, necesita de un aditivo, agregado suplementario para enriquecerla. El autor de los Hebreos cuando habla de doctrinas extrañas y viandas que no aprovechan, nos previene de los aditivos insustanciales. No ponen nada, sino pretenden quitar, desvalorizar la sustancia, añadiendo: Cristo, mas la ley; Cristo, más las filosofías metafísicas… “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2: 8 – 10), nos asegura que en Cristo estamos  completos, y en plenitud. “Ustedes han recibido esa plenitud”, nos dice la NVI.
 ¿Qué más necesito si tengo la sustancia y plenitud? ¿Cuáles son los aditivos que en la actualidad se ofrecen para un mayor “perfeccionamiento”? Humanismo, la exaltación humana con prescindencia de Dios; diversas manifestaciones extrañas, que más tienden al espiritismo y enajenación pagana;  supuestos apóstoles, quienes dicen que no estamos completos sin la impartición, unción y autoridad que ellos se arrogan poseer… “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30). ¿Se necesita de tales aditivos si estoy en Cristo? Es la pregunta que debemos contestar, confrontando La Escritura con las pretensiones que pululan en la actualidad.

3.     DÁDIVA QUE AFIRMA: “Bueno es afirmar el corazón en la gracia” ¿qué es la gracia que afirma, fortalece, da estabilidad, rumbo y destino eterno...? Es la plenitud de Jesús, que imparte todo lo que necesitamos y somos: Salvación, sanidad, dones, ministerio, gozo… “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”  (Ro. 3: 23 –  24);  “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom. 5: 1 – 2). El acceso gratuito a la Gracia. Y la entrada por la fe para poseer los beneficios, provisiones  de la gracia.
En Colosenses 2: 9, leímos: “Porque en él (Jesucristo) habita corporalmente toda la plenitud de la deidad”. En Juan 1: 14: “vimos su gloria, gloria como el unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdadEn el verso 16: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”, hemos recibido, según la NVI (Nueva Versión Internacional).
Jesús es la gracia, la plenitud, la dádiva perfecta. Esta dádiva Él no imparte por medida, sino abundantemente, como ríos de agua viva; vida, y vida en abundancia…Todo, porque Su obra en la cruz fue perfecta y la provisión completa “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”  (Heb.10:14, 10). Hizo perfectos para siempre; hecha una vez para siempre. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4: 16).
En este trono de la gracia hay oportuno socorro, provisión completa: Fundamento inmutable y dádiva que afirma.






















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martes, 17 de mayo de 2011

El Tesoro más Valioso


“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13: 44 – 52).
El tesoro escondido en un campo “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (V. 44)
Escondido de muchos entendidos. Revelado a los humildes. “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mt. 11: 25). Es interesante notar que los parámetros Divinos no siempre concuerdan con los nuestros. Nuestro razonamiento sería: ¿Para qué perder tiempo con la gente ignorante, si con la conquista de la clase intelectual e influyente, estos con facilidad conquistarán a los demás, permeará a la clase humilde y les hará entender Mí Palabra? La mensura en el Reino De Dios no pasa por el intelecto, sino por la revelación, que Jesucristo trajo a este mundo: El conocimiento de Dios a través de Su persona, y se revela a los niños; quienes creen La Palabra con sencillez de corazón, sin racionalizar con demasía.
¿Cuál puede ser el elemento que representa el máximo valor para nosotros? ¿Hacia dónde apuntamos para satisfacer lo que nuestra alma anhela? Aquello por lo cual nos afanamos, lo que nos parece que al encontrarlo, satisfarían nuestras ansiedades, la aspiración del corazón quedarían cumplidos, para disfrutar la vida a plenitud.
El hombre de nuestro relato bíblico encontró el tesoro – lo que ansiaba tener – en el lugar donde menos imaginaba: Un campo, que a los ojos naturales no contendría nada de valor. El petróleo y los metales preciosos, que se encuentran en las profundidades de la tierra, se hallan en campos estériles y tierras que en su exterior no aparentan lo que atesora en su interior.
¿Qué hizo este hombre? Vendió todo: Casa, auto, muebles… Discutió con la esposa, tal vez, y compró este campo; la que ella, sin entender, interpretó como otra chifladura, “idea brillante” de su esposo; pero, para no llegar a discusiones discordantes, consintió, en aras de la convivencia pacífica.
¿Qué harías tú? ¿Te aferrarías a tus posesiones, aunque con estas no encontraste llenar el vacío de tu corazón?, o ¿estarías dispuesto a arriesgar todo para poseer lo de máximo valor, que al poseerlo te da verdadera seguridad y te hace sentir que estás completo?
La perla de gran precio “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró” (V. 45 – 46). El valor de una perla varía según el tamaño, color y forma, que componen una variedad inmensa. La elección de la perla preciosa depende del discernimiento del mercader.
 Richard Burton, cautivado por la belleza de Elizabeth Taylor, en 1969, compró en una subasta en 37.000 $ USA “la perla peregrina”, la que había pertenecido al monarca español Felipe II, y le ofreció como regalo de bodas, por ser esta una de las perlas más codiciadas del momento.
El mercader busca perlas finas. Algo que vale más de todo lo que se pueda ambicionar, para hacerla de su posesión, como la máxima conquista de su vida.
Este hombre vendió todo y compró lo que más valía. El apóstol Pablo, cuando encontró este tesoro, se expresó así: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3: 7.8). Ante la posesión de la perla de gran precio – encontrar a Cristo – lo que anteriormente nos fascinaba pierde todo brillo y valor, porque la paz y seguridad que sobrepasa todo entendimiento, evidencia haber encontrado lo que siempre deseé tener. Poseyendo esta Joya no me falta nada.
La decisión trascendente que da realización. Pablo añade: “En quien (Cristo) están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Col. 2: 3, 10). Todas las áreas de la vida quedan enriquecidas al haber hallado esta prenda singular. Entonces, nos asegura el apóstol, en Cristo están completos.
En posesión de tesoros nuevos y viejos. “Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (S. Mateo 13: 51 – 52).
Ahora estamos en posesión de inmensos tesoros, y en un cambio de posición: Somos ricos, sabios y entendidos, y tenemos que abrir nuestra caja de caudales – tesoro – no guardarlo, sino compartirlo. Recibiste de gracia, debes darlo de gracia. Otros necesitan y a ti te sobra. “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt. 10: 8), es la exhortación de Jesús para el que ha hallado La Perla Gran Precio.



sábado, 14 de mayo de 2011

HOMENAJE A LAS MADRES



“¡Madre, tú que eres macha, te arrancaron los ojos y por los agujeros me sigues mirando…!, declamó alguien en cierto día de la madre. Al momento me parecía una chabacanería y exageración de mal gusto; sin embargo, analizándolo bien, expresa un montón las virtudes de tantas aguerridas mujeres. Cuántas de ellas traen el sustento a los hijos con ingentes sacrificios; luchan por darles una educación superior privándose aun de sus necesidades elementales, y en el intento nunca miden el costo, el precio a pagar por sacar a sus hijos adelante. No se rinden aun ante lo imposible… ¡Son machas!, a veces en ausencia del macho.
Si analizamos algunos relatos bíblicos, entenderemos que mucho de lo que fue Isaac ostenta el cuño de una Sara. En la grandeza y fidelidad del profeta Samuel está impregnada la piedad y fe de Ana. La fe no fingida de un Timoteo tiene el sello indeleble de una Loida y Eunice. Sin olvidar a la madre de Moisés; de una María, quien acompañó a su Hijo hasta la misma cruz; y a otros grandes que impactaron, sobresaliendo por liderazgo y grandes realizaciones. Detrás de ellos, casi siempre, actuó la influyente mano de una progenitora.
Rendimos un merecido homenaje a las madres que luchan y crían a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor. A aquellas que derraman lágrimas en oración para que sus hijos vengan a los pies de Cristo. A las madres, que a pesar de la indiferencia e ingratitud de los hijos, ellas les siguen amando y rodeándoles, aun en la distancia, con el  abrazo santificado por el dolor, les arrulla con el cariño que sólo una madre puede ofrecer. Otras, las que tienen hijos en el cielo, que no pueden asimilar la separación y expresan con reprimido silencio su corazón partido, cuyas lágrimas un día Jesús las enjugará. Algunas, como la mía, ya nos espera en el cielo, y ahí la veremos de nuevo.
Gracias Mamá, sí, así con mayúsculas, por lo que has sido, eres y seguirás siendo hasta exhalar el último suspiro. El Todopoderoso te dotó con singulares virtudes para brindarnos lo que ningún otro puede entregarnos: El amor genuino.

jueves, 12 de mayo de 2011

SERÉIS VERDADERAMENTE LIBRES



Aquella venturosa mañana del 15 de mayo de 1811, cuando fueron rotas las cadenas del yugo servil, la dependencia que nos ataba a una nación extranjera llegó a su fin. Nuestros próceres, con el grito  libertario, nos estaban legando el don más preciado del ser humano: ¡La libertad! No más dependencia para resolver nuestros asuntos civiles y políticos. Basta a la expoliación económica y a la alienación cultural – Obligado a sentir, pensar y expresarse según el dominador foráneo –, las que nos inhibían y condenaban a una desvalorización descendente; sin un futuro de proyecciones promisorias, por el sólo hecho de haber abierto los ojos a la luz de la vida  en esta tierra  guaraní. Desde aquel amanecer pudimos sentir el orgullo de haber nacido en este bendito suelo. Con la frente alta podíamos exclamar desde entonces: ¡Soy paraguayo! Nací en una nación libre y soberana. Cuna de hombres valientes, de probada y comprobada competencia, y capaz de desenvolverse libremente en el  ámbito que fuere.

Lamentablemente, hoy nos amenazan otras formas de esclavitudes que tienden a socavar aquella crucial conquista: Las fuerzas perversas ganan terreno, logrando desvirtuar con proclamas sutiles aun nuestros valores morales y cristianos  fundamentales, relativizándolos, o mejor dicho, desvalorizándolos; y aún más, penetrando con fuerza en cuantas  instituciones puedan hacerla. Observamos con preocupación que dichas fuerzas se han convertido en entidades influyentes, de tal modo, que firman convenios a niveles gubernamentales, con el fin de penetrar en las instituciones. Nosotros, los comprometidos con Dios y la sociedad, no podemos permanecer pasivos, sin dar nuestra voz de alarma, y proclamar la libertad verdadera.

 No debemos aceptar que personas esclavas de sus pasiones pervertidas sean insertadas en posiciones claves de poder, con el pretexto de igualdad, respeto y tolerancia en amor (Convivir con las perversidades opuestas con los postulados cristianos, puede ser democracia, pero nunca amor), porque con estas peligran la institución del matrimonio y la familia. Si hoy la Iglesia de Cristo, en vez de tomar una posición firme con acciones concretas ante dichas aberraciones, y se vuelve claudicante, será responsable en el día de mañana cuando sus púlpitos sean invadidos por los infiltrados al “ministerio cristiano”; porque no pocos de ellos ya están reclamando ese derecho, distorsionando el slogan: “Amor, misericordia y gracia”.

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn.8: 36), reclamó Jesús a los que no podían – no querían – entender su proclama y ofrecimiento de la verdadera libertad. La esencia de la libertad verdadera consiste en la liberación del espíritu; en la reconciliación del hombre con su Creador; en el perdón otorgado al arrepentido; en el poder transformador operado por el Espíritu Santo al que cree en Él; en la gracia dada por Dios para vivir una vida fructífera y victoriosa en unión con Cristo. Es entonces cuando el yugo de la esclavitud y sus consecuencias no tienen efecto, y se hace realidad en nosotros las palabras de Jesús: “Seréis verdaderamente libres”.

lunes, 9 de mayo de 2011

EL PROCESO DEL PERFECCIONAMIENTO


“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” Prov. 4:18. La fe y el propósito tiene un inicio, pero su esplendor debe crecer hasta llegar a la plenitud, como el sol llega en su cenit. Nuestras potencialidades de vida, oculta, deben aflorar, en: “Ser llenos de la plenitud de Dios. A una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo” (Ef.3:19; 4:13).
Para la obtención de un desarrollo aceptable en el Reino de Dios, debemos desechar la mediocridad y la desidia para apuntar a la excelencia en todas las esferas que nos toca funcionar – No más bai bai, así nomas… Esto nos lleva a  enfocaremos  en la inteligencia del proceso direccionado al perfeccionamiento.
Nuestro texto básico, es: “Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí, en la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa” Salmo 101: 2.
¿Cuándo entenderá el salmista el camino de la perfección? - “Cuando vengas a mí”. Sólo cuando el Espíritu Santo abre los ojos de nuestro entendimiento y nos reprende de pecado, venimos a Cristo, somos nueva criatura, nuestro corazón ya no se inclina por los caminos torcidos, entonces comienza el proceso del perfeccionamiento, a través de una inteligencia renovada: La mente de Cristo, que nos es impartida, cuando estamos unidos a Él.
¿Cómo y dónde se debe comenzar este proceso? “En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa”. La operación divina comienza en nuestro corazón, cuando el Soberano destruye el corazón de piedra y lo reemplaza por un corazón de carne, sensible a la voz de Dios y a las necesidades de los demás. Este milagro se extiende a mi casa, porque, como fruto, una atmósfera de integridad se transmite al hogar donde Cristo reina. La doble vida ya no tiene lugar; porque aun con las debilidades propias del humano, el que está en Cristo busca la transparencia.
¿Qué obra hace Dios con lo que comienza, según Fil. 1:6? “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Nuestro Dios no comienza con nosotros algo que no va a terminar, aunque, a veces, parezca que nuestros fracasos lo frustrarían, que lo echarían a perder todo. Aun las caídas, si uno no determina quedar en ella, Él lo utiliza para nuestro perfeccionamiento.
¿Hacia dónde avanza el cristiano luego de iniciar el proceso? “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección…” (Heb. 6:1). La perfección es la meta del cristiano, que es nada menos, que a “un varón perfecto,, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef. 4: 13). Nadie debe aspirar menos de lo que nuestro Padre ha destinado para sus hijos, que se extiende a todas las áreas de nuestro quehacer cotidiano, en especial para nuestro llamado específico: Debemos perfeccionarnos hasta acercarnos a la  perfección.
¿Cuál es la manera en que Dios perfecciona la santidad, según 2 Cor. 7:1? “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Nuestra carne se contamina con las inmoralidades. Nuestro espíritu - con el cual nos relacionamos con Dios - se contamina cuando mezclamos prácticas ocultistas y extrañas, con apariencias espectaculares, sin temor de Dios, para despertar admiración. Limpiémonos de toda contaminación para perfeccionar la santidad, es la amonestación de La Palabra para los hijos de La Promesa.
¿A qué blanco apuntaba la oración de Pablo, según 2 Cor. 13:9? “Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles y que vosotros estéis fuertes; y aun oramos por vuestra perfección”. Los corintios, aunque jactanciosos, todavía ni siquiera reunían lo mínimo del estándar de vida requerida por La Palabra, sin embargo Pablo tenía fe de que ellos serían perfeccionados, por la gracia de Dios y la suministración del Espíritu Santo, y oraba para que ellos salgan del infantilismo  y avancen a la amplitud y riqueza del Reino, que apunta a la perfección.
 ¿Para que Dios esté con nosotros, cuáles son las cualidades que debemos anhelar? En este punto se impone notar el aspecto destacado de nuestro tema, descrito en 2 Cor. 13: 11. “Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros”. Todas estas virtudes adornaban la vida de Cristo, las que deben ser nuestro referente supremo y  aspiración constante. El conformismo y estancamiento están excluidos del plan de nuestro Maestro.
 ¿Cuáles son las cuatro anclas que estabilizarán y edificarán nuestra carrera cristiana?, según 1Pedro 5: 10: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”.
Considerando los aspectos alusivos al tema que hoy desarrollamos, ¿En qué punto del proceso estoy? ¿Cuál es la debilidad en mi vida que todavía debo superar? Y, ¿cuál es la parte que a mí me toca poner? (dando por sentado lo que ya hizo Dios por mí), para que mi vida apunte al perfeccionamiento, y sea semejante a la plenitud de Cristo y así mi servicio a Él sea eficaz.

viernes, 6 de mayo de 2011

TIEMPO DE EDIFICAR CON FUNDAMENTO SÓLIDO

 

La sequía, los tiempos en que arreciaban las tormentas y el asedio inmisericorde del enemigo han amainado. Con la victoria provista por la muerte y resurrección de Jesús, hoy es tiempo de edificar. “Levántate, amada mía…Mira, el invierno se ha ido…El tiempo de la canción ha llegado” (Cantares 2: 10 – 12). Esta es la palabra del Amado hoy a Su Amada. Los tiempos tormentosos se han ido, logrando en consecuencia el  fortalecimiento de la relación con nuestro Amado. Nuestras raíces han sobrepasado lo superficial, para penetrar en las profundidades de la Buena Tierra, emergiendo así con bases sólidas, capaz de soportar la edificación que diseñó el Arquitecto Divino, Jesucristo.

Toda edificación que resistirá los embates eventuales, comienza con un fundamento sólido. Pablo nos advierte que el fundamento ya está puesto, el cual es Jesucristo, y ningún  otro puede ser puesto por nadie. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1Cor. 3: 11). La simetría y solidez del edificio descansa sobre la revelación infalible de Cristo dada a los primeros apóstoles. Esta es la única ingeniería divina sobre la  cual se estructura un edificio sólido, perdurable a través de los tiempos cambiantes. La trama arquitectónica se delinea y edifica sobre el fundamento de los apóstoles y profetas que les precedieron (Los doce, incluido Pablo)  según Efesios 2: 20. Sobre ese inamovible fundamento nosotros hoy seguimos edificando, teniendo en cuenta la advertencia del apóstol: “…pero cada uno mire cómo sobreedifica” (1Cor. 3: 10). Porque no se puede nunca reemplazar ni anular con revelaciones, testimonios o profecías posteriores a tal fundamento. Esto es categórico según La Palabra.

Es una falacia, una aberración sin fundamento bíblico la pretensión de una corriente actual, quienes tratan de confundirnos, diciendo que la iglesia, o el Reino de Dios se edifica sobre el fundamento de los “apóstoles” modernos,  y que sin estos fundamentos no estamos completos, emulando la doctrina  romana, que dice que la iglesia está fundada sobre Pedro y sus sucesores. “Porque en él (Jesucristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2: 9 – 10), nos asegura La Palabra.

Obviando estas ridículas pretensiones, debes entender, que en esta edificación tú eres una piedra, una pieza importante, para que todo el edificio, bien coordinado, vaya creciendo para ser un templo santo en el Señor. Como piedra viva tienes un lugar especifico en esta tarea, para la cual Dios te capacita con la unción del Espíritu Santo (1Pedro 2: 5 – 7). No la podemos  dejar como tarea pendiente. La construcción de lo verdadero urge en este tiempo de confusión. Tu piedra es relevante e indispensable para la edificación de la Iglesia de Jesucristo, que ama y espera Su venida.


lunes, 2 de mayo de 2011

LA FE DINÁMICA, LA QUE MUEVE LA MANO DE DIOS


“Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres”
(Mat. 9: 1 -8).

La mañana de cierto domingo, día en la que tenía que ministrar en la iglesia, amanecí con fuertes dolores y con  sensación de  temores de muerte, que tendía a instalarse en mi mente y apoderarse de mí. Fue entonces cuando reflexioné: Yo que hablo a otros de la oración y la fe en Jesús, necesito ponerlo en práctica, y me levanté a buscar a Dios en oración. La  respuesta vino inmediatamente, y me levanté, me vestí y fui a la iglesia a servirle. Como nunca, ese día, Dios respaldaba la prédica. Aprendí que primero debo aplicar la Palabra para mí, y no sólo proclamar para otros. Mis temores desaparecieron, y oí una voz interior, como un suave susurro que me alentaba: “Largo camino te resta”.
Entendí que la fe es dinámica y que debe ser puesta en acción, para que la mano de Dios se mueva y actúe en nuestro favor.

Antes de la sanidad del paralítico, Jesús expuso el Sermón del Monte, que es nuestra Constitución. La síntesis del código de principios,  conducta, carácter y convivencia que el Rey espera de sus súbditos, para el ejercicio de Su gobierno, lo pongan en práctica, los que le reconocen como Señor. Al término de la exposición, quedaron admirados, porque hablaba con autoridad, la que concluyó con los dos cimientos: El prudente que hace, construye sobre Su Palabra, y el necio que lo desconoce y edifica sobre la arena, la que fue grande su  ruina.

Al descender Jesús de la montaña le estaban esperando las multitudes necesitadas, que le impulsó a poner Sus Palabras en acción, sanando al leproso, al siervo del centurión, a la suegra de Pedro, y al atardecer se vio rodeado de endemoniados y dolientes, y sanó a todos los enfermos(Mt. 8).

CONSIDEREMOS ALGUNOS ASPECTOS DE UNA FE DINÁMICA, LA QUE MUEVE LA MANO DE DIOS

1.     FE QUE ROMPE LA BARRERA DE LO IMPOSIBLE Y CONFIRMA QUE LA VOLUNTAD DE DIOS ES SANAR. Quiero, sé limpio, dijo Jesús al leproso.  Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos” (8: 1 – 4).  Jesús extendió la mano y le tocó, lo que no debía hacerlo por ley (Lev. 13 y 14), demostrando que él es Señor aun de la ley, el que está por encima de todo.

2.     “No lo digas a nadie”, le encargó al leproso sanado. A otro, a quien liberó, le dice: “vé y cuenta a todos…”, lo que nos da la pauta de no existir un esquema, un molde establecido por el cual el Soberano obra. “VÚELVETE A TU CASA, Y CUENTA CUÁN GRANDES COSAS HA HECHO DIOS CONTIGO”, le dijo Jesús al endemoniado liberado (Luc. 8: 39).

3.     CALIDAD Y ALCANCE DE LA FE – AUTORIDAD Y FE “Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora” (Mat. 8: 5 – 13).
El centurión era un pagano; no obstante la humildad y percepción espiritual de la autoridad, maravilló hasta al mismo Jesús.  “Vé, y como creíste, te sea hecho”, le dijo Jesús, y su criado Sano en la misma hora. Esto es fe dinámica, el que no está limitado por el tiempo, distancia e imposibilidades. Sólo creer.

4.     LA FE PUESTA EN ACCIÓN. “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. (Mat. 8: 14 – 17).
“…y ella se levantó y les servía”, dejando su enfermedad, es la fe en acción.
La fe en acción se propaga y atrae a las multitudes. “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos” V. 16.
Confirma que Jesús pagó un precio por la enfermedad “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (V. 17; Is. 53).

5.     LAS DECLARACIONES RETÓRICAS, PALABRAS DE LABIOS, SIN EVIDENCIAS DE FE Y ACCIÓN - DOBLE ÁNIMO, HIPOCRECÍA.
“Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mat. 8: 18 – 22). El querer seguirle, no es seguirle: Debemos asumir lo que implica seguir a Jesús, es la disposición consciente de establecer el orden de nuestras prioridades ante la demanda del Rey. El que tiene fe, no espera consecuencias negativas, porque encontró la verdadera vida en Jesucristo.

6.     REPRENSIÓN POR FALTA DE FE ANTE LOS EMBATES “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Mat. 8: 23 -27). “Él les dijo: ¿por qué teméis, hombres de poca fe?”- V. 26.
El temor ante las circunstancias manifiesta la poca fe. Embates no faltarán, lo importante es la actitud como lo enfrentamos. Necesitamos creer que con Jesús podemos aun lo imposible.
La fe verdadera da tranquilidad, aun cuando es embestido por olas.
Cansado, subió a la barca para descansar, pero no pudo. ¿Quién es éste?, preguntaban asombrados las multitudes que le seguían.
Cuando servía en la ciudad de Concepción, una noche Jesús levantó a una muchacha que estaba tiesa en una camilla. Las personas asustadas hasta llegaron a correr del susto con lo ocurrido. Lo resaltante del caso era que desde ese día venían multitudes buscando sanidad, resultando difícil descansar, y aun comer, por la fe despertada en las personas.


7.     LIBERACIÓN DE DOS ENDEMONIADOS Y LOS QUE VALORARON MÁS A LOS CERDOS QUE LA LIBERACIÓN “Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. El les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados. Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos” (Mat 8: 28- 34). Jesús no pierde su tiempo con los que no quieren creer en Él. Cuando los gadarenos le pidieron que salga de sus contornos, Él entró en la barca y se fue a otra ciudad donde le esperaban. Por esa fe ellos vieron maravillas y glorificaban a Dios, por Su mano extendida a los que con fe verdadera están dispuestos a creer en Él. “Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos” (8:34). “Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres”  (9: 1 –  8).

HOY EL PODER DE DIOS ESTÁ VIGENTE, HOY ÉL QUIERE SEGUIR HACIENDO MARAVILLAS. SÓLO NECESITAS CREER CON LOS EJEMPLOS MENCIONADOS.
“HE AQUÍ QUE NO SE HA ACORTADO LA MANO DE JEHOVÁ PARA SALVAR, NI SE HA AGRAVADO SU OÍDO PARA OIR; PERO…- HAY UN PERO – VUESTRAS INIQUIDADES HAN HECHO DIVISIÓN ENTRE VOSOTROS Y VUESTRO DIOS, Y VUESTROA PECADOS HAN HECHO OCULTAR DE VOSOTROS SU ROSTRO PARA NO OIR” (Is. 59: 1 – 2).